Superhéroes en bancarrota
En el comienzo de esta rutilante, implacable y torrencial peripecia animada, unos superhéroes de esos que siempre están a mano para salvar al mundo de cualquier catástrofe deben enfrentarse a una situación del todo inusual: la ciudadanía está harta de ellos; les exige, abogados mediante, que les dejen vivir tranquilos. Que es como decir que los ciudadanos de a pie ya no están dispuestos a aceptar los, digamos, daños laterales que acarrea cualquier defensa del orden público.
No puede ser más original el arranque del filme de Brad Bird: parodia del cine de superhéroes, pero con abundantes guiños hacia las películas de ciencia-ficción de hace medio siglo; primera película con criaturas humanas salida de la prolífica, siempre inspirada, factoría Pixar (Toy Story, Buscando a Nemo, etcétera), Los increíbles contiene desde el arranque jugosos apuntes sobre la vida cotidiana, vitriólicas críticas a la mediocridad convertida en vida de oficina, 9 a 5 y regreso a casa para cenar temprano y ver la tele junto con la familia..., aunque ésta sea un poco rarita, la verdad. Ahí, en la primera mitad del filme, reside lo mejor de la propuesta: justo en esa visión del penoso trabajo cotidiano que debe afrontar Bob Parr, antes Mr. Increíble, de los litigios familiares con su esposa, Helen (de soltera, Elastigirl), y con sus dos hijos, Violeta la Invisible y Dashiell el Ultrarrápido.
LOS INCREÍBLES
Dirección: Brad Bird. Intérpretes: dibujos animados. Género: animación futurista, EE UU, 2004. Duración: 115 minutos.
Lo demás, con ser interesante (el enfrentamiento del conjunto de la familia con un, faltaría más, supervillano, Síndrome), está un poco por debajo del fenomenal comienzo. Cuando la película se convierte en un auténtico tour de force lleno de vigor y energía, las cosas se orientan decididamente hacia otra dirección, y no siempre con igual fortuna. Si una pega tiene Los increíbles es justamente su envoltorio de dibujo animado clásico, pero su inequívoca voluntad de combinar las peripecias típicas del subgénero aventurero con una férrea dirección autoral, lo que produce un cierto desconcierto; aunque no lo parezca, no estamos ante el típico filme de animación para niños, sino ante algo diferente. Ya sólo por su duración, casi dos horas, su visión se hace poco recomendable para los más pequeños de la casa, aunque ciertamente no para el resto.
Por lo demás, en una película en la que los personajes suelen estar recorridos por un sutil sentido del humor, destaca también el plantel de dobladores que se han buscado los responsables hispanos del asunto. Esther Arroyo es una plausible ayudante del héroe; una recuperada Emma Penella presta su voz irrepetible a Edna Moda, un secundario desopilante; mientras Ana Rosa Quintana, Carlos Herrera, Antonio Molero y hasta, en breve comparecencia, Álex de la Iglesia aportan su granito de arena para convertir el filme de Pixar en uno de los platos fuertes de las navidades que se avecinan.
Babelia
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