Los dos Chávez
España y Venezuela, con tantos lazos históricos, económicos y familiares, deben esforzarse por tener las mejores relaciones posibles. En el primer día de su visita oficial, el presidente venezolano, Hugo Chávez, ha dado rienda suelta a su retórica ante estudiantes e intelectuales en la Universidad Complutense, pero dio también plantón a 200 empresarios, lo que no deja de sorprender en alguien que busca impulsar la inversión española. Es evidente que la defensa realista de los intereses españoles y de las buenas relaciones con Venezuela debe ir acompañada por parte de España de una seria apelación al respeto de las libertades y a la división de poderes.
El asesinato del fiscal Danilo Anderson, que investigaba a los implicados en el efímero golpe de Estado contra Chávez, indica el peligro para Venezuela de caer en una espiral de violencia. Es necesario que el presidente, recientemente confirmado en un referéndum que la oposición planteó para su revocación, trabaje de verdad por la reconciliación nacional, y no se afane en la persecución de los que no están de acuerdo con él. Su admiración y apoyo a Castro, un régimen dictatorial totalmente trasnochado, o la nueva ley que le permite suspender las licencias de radio y televisión por posiciones "contrarias a la seguridad de la nación", no tranquilizan a nadie.
Es evidente que Aznar no supo lidiar con Chávez. Y que éste ha venido ahora a buscar en el Gobierno de Zapatero, dentro de una gira más amplia que incluye a cuatro países productores de petróleo (Libia, Irán, Rusia y Qatar), un respaldo internacional que necesita dentro. Con el crudo por encima de los 45 dólares Chávez tiene mucha más fuerza que cuando estaba a 25. Pero muy poco tiene que ver la "revolución bolivariana", defendida con fervor por Chávez ante los estudiantes, con la agenda de Zapatero. Su Gobierno habla de estabilidad política, pero aún está por lograrla. España debe tomarse seriamente a Venezuela y sus problemas y contribuir en lo que pueda a reabrir el diálogo entre los venezolanos.
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