_
_
_
_
LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La zorra y las uvas

Antonio Elorza

Una vez celebrado el mitin del domingo en Anoeta, las reacciones de los partidos políticos democráticos muestran hasta qué punto el wishful thinking domina determinadas actitudes. Ha tenido que entrar en juego esta nueva ETA que no tiene quien le escriba para que algunos vieran por fin las cosas con la claridad que demandaba el acto del domingo. Por supuesto, PSOE y PNV no echaron el lunes las campanas al vuelo, ya que había faltado la siempre esperada declaración que distanciara a Batasuna de ETA. Pero ambos vieron en la intervención de Otegi un paso positivo, aunque insuficiente, cerrando los ojos ante el significado inequívoco de los carteles de "¡Gora ETA militarra!" que decoraban el recinto. La esperanza de nuestros optimistas consistía en que ETA por lo menos callara, de modo que pudieran ponerse sobre la mesa razonamientos del tipo "no hay que pedirles que cambien de un día para otro", "acerquemos los presos, así comprobarán nuestra buena disposición" o "ya se ve, hay que optar por el diálogo, porque de hecho ETA ha declarado una tregua".

Sólo que ETA no se limitó a poner unos petardos, sino que habló, recuperando su santa intención de atentar contra Ejército y Policía. Para el que no sea ya ciego contumaz, queda claro que como en su día la tregua, la postura anunciada por Batasuna no es más que una maniobra, convertida en inevitable por la debilidad de la constelación política que gira en torno a la banda, así como de la propia ETA en el plano de los recursos materiales y humanos. De momento, el PNV ve cómo se disipa la esperanza de un apoyo batasuno al plan Ibarretxe, el cual hubiera llegado tras unas conversaciones mirando a la galería, de cuyo buen éxito hubiera sin duda deducido que era este "diálogo" fructífero entre patriotas vascos, y no la tenaza policial y judicial lo que había llevado al fin de ETA.

La verdad es que el nacionalismo de ETA y sus seguidores disponía de escasas bazas, dada la sucesión de descalabros que había sufrido en los últimos meses. Si acordaba sin más proseguir la lucha armada en los términos de comunicados anteriores, podía caer en el ridículo, dada la falta de capacidad para cometer atentados. Ante esa situación de impotencia, los votos iban a deslizarse insensiblemente hacia los partidos componentes del Gobierno vasco. Batasuna seguiría condenada a la ilegalidad. Y si suspendía la lucha armada, de acuerdo con la carta de los seis, confesaba su fracaso y limitaba el papel político de Batasuna al de compañero de viaje del plan Ibarretxe. La única escapatoria consistía en intentar la cuadratura del círculo, dejando las cosas como estaban en cuanto a ETA, si bien poniendo por delante a Batasuna como verdadero protagonista en apariencia de una lucha política por la autodeterminación. Había que insistir en su hasta ahora desconocida vocación de paz, pero a la sombra de la exaltación de una ETA que de momento quedaría en segundo plano, como si el brazo político fuera el único protagonista verdadero. ETA en plan ángel de la guarda: no estaba mal la idea, y con toda seguridad el PNV la apadrinaría si le dejaban el menor resquicio para ello.

Así que Batasuna pasa a presentarse como un actor estrictamente político, dispuesto a reingresar en la legalidad, que es de lo que se trata, gracias a sus rotundas afirmaciones de lealtad a la vía legal y de rechazo de las actividades emblemáticas que la caracterizaron durante la anterior década, tales como la kale borroka. Otegi se presenta ante los vascos con el ramo de olivo en la mano, lo mismo que hiciera Arafat ante la Asamblea de la ONU, y tal vez con análoga carga de doble lenguaje. Porque de ETA y de un eventual cese del terror no se dice nada. Cada mochuelo, a su olivo. En este relato cargado de hipocresía, es el brazo político quien pasa a primer plano del escenario, no de la realidad, al margen de lo que haga ETA, como si ésta fuera otra cosa que el miembro dominante del binomio ETA-Batasuna

En suma, se trata de subrayar una ruptura aparente, pero ficticia, entre Batasuna y ETA, de manera que la primera pueda exigir, con el apoyo del PNV, un reingreso en la democracia. Batasuna necesita estar presente en las próximas elecciones autonómicas para que tanto ella como ETA puedan sobrevivir políticamente. Resulta dudosa la oportunidad de favorecerle en su empeño.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_