_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Resistencia

Un marine apunta cuidadosamente su arma, contiene la respiración y oprime el gatillo. A unos trescientos metros, se pulverizan los sesos del niño iraquí, sobre el crepúsculo cárdeno del Éufrates. La delicada sustancia que iba para pensamiento es un instantáneo espectáculo de fósforo y neuronas que se derraman sobre los escombros, donde los perros hambrientos darán de inmediato cuenta de los intestinos, las extremidades y los huesos de la criatura abatida y aún con la sangre tan tibia y las vísceras tan tiernas. La tropa estadounidense lleva ya una dura semana edificando un monumento al terror. Estos soldados son ciertamente unos artistas incomprendidos. Cuando concluyan su obra, Faluya eclipsará todo el esplendor y la memoria de Babilonia. Y qué obra. Nada de materiales nobles; nada de mármoles, ni de bronces, ni de malaquita, ni de alabastro, ni de jaspe, sino sólo lo que da la tierra: adobe, dátiles, cebada, comerciantes y campesinos, hospitales, algodón y fogones de cocina, en el prodigioso crisol de los aviones y las ametralladoras, para la estética de la barbarie, de las barras y las estrellas. La vieja Faluya de la resistencia y del martirio será el arco triunfal de un nuevo siglo por el que desfilen las plagas de la devastación, camino de otras ciudades, de otros territorios para demoler, en nombre de una presunta democracia que ni siquiera es capaz de respetar los derechos humanos.

Mientras se perpetra la matanza, militares estadounidenses han detenido al vicepresidente del Consejo Nacional de Irak, porque se oponía a tanto encarnizamiento, poco después de que Colin Power abandonara la secretaría de Estado del gobierno Bush. Esta injusta y enloquecida guerra ya se libra hasta contra los propios aliados. El huésped de la Casa Blanca terminará enviando a Guantánamo a sus más estúpidos y rendidos aduladores. Lo chocante es que aún haya quien predique la estulticia y se deje el espinazo en el despacho oval. Bush no gobierna un imperio, Bush regenta una carnicería. Y el Pentágono expende cuerpos humanos abiertos en canal por sus matarifes. Qué lonja de sangre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_