EE UU bombardea el último reducto insurgente en Faluya
Alaui anuncia el fin del ataque, pero siguen los combates
El primer ministro interino, Ayad Alaui, anunció ayer, por segunda vez en los últimos días, el fin de las operaciones militares en Faluya y negó que exista una situación crítica para la población en esa ciudad iraquí. Mientras, la aviación estadounidense bombardeó zonas del sur donde aún luchan grupos de insurgentes y Amnistía Internacional denunció los "excesos" de los atacantes y la muerte de "decenas de civiles".
La afirmación de Alaui no coincide con las declaraciones del general de los marines, Richard Natonski, que dirige la operación de asalto a Faluya, y quien ayer reconoció la existencia de importantes focos de resistencia en la ciudad. "Lo que vemos ahora son los grupos más duros [de la insurgencia] y que parecen estar mejor equipados. Muchos utilizan chalecos antibalas y disponen de mejores armas. Pero estamos más decididos que nunca y los vamos a aniquilar".
Los hechos le daban la razón: aviones estadounidenses bombardearon ayer algunos barrios del sur -que es donde se concentra la lucha- de una ciudad que parece devastada. Esa destrucción es otro de los problemas e corto plazo. "Nos enfrentamos a una tarea monumental", dijo ayer Timothy Hanson, el comandante de los marines de asuntos civiles responsable de evaluar las necesidades materiales para poner en marcha la segunda fase del plan: la reconstrucción rápida de Faluya.
El bloqueo informativo aún impide conocer el alcance de los daños en infraestructuras y el número de civiles muertos y heridos. Aunque Alaui sostiene que no hay víctimas entre la población, Amnistía Internacional aseguró ayer que son "decenas". Esta organización de defensa de los derechos humanos denunció abusos y crímenes de guerra por parte de los atacantes y exigió una investigación oficial.
La cadena de televisión qatarí Al Yazira emitió ayer la declaración de Mohammed Farhan Awad, responsable del comité local de ayuda, en la que explica lo descubierto en una vivienda del barrio de Jolán, en el norte de Faluya: "De los 22 cuerpos que encontramos había dos niños y un hombre con una pierna artificial. Algunos de los cuerpos estaban deformados porque habían sido devorados en parte por los perros. Era una imagen muy dolorosa". Los refugiados que han logrado escapar de Faluya dibujan una situación dramática, sin electricidad, agua ni comida.
La ayuda cargada en siete camiones de la Media Luna Roja espera desde el sábado en las afueras de Faluya el permiso para cruzar el puente sobre el Éufrates y repartirla en el interior de Faluya. "Es nuestro tercer día aquí y lo único que hemos obtenido son promesas americanas", se queja Hasan Rawi, de la Federación Internacional de la Cruz Roja. El mando militar estadounidense asegura que por ahora se basta con sus soldados para atender a los civiles que comienzan a emerger de los sótanos tras una semana de combates.
Alguno de los 419 soldados estadounidenses heridos, la mayoría en la batalla de Faluya, y que han sido evacuados a una base en Alemania, habla de la dureza de una lucha. "Nos enfrentamos a gente que no tenía miedo a morir y que se movían de una terraza a otra", asegura el marine Travis Schafer.
Los datos oficiales reconocen la muerte de 39 soldados estadounidenses, 6 militares iraquíes y 1.200 insurgentes. Además, EE UU informó ayer que ha hecho 1.000 prisioneros. En la lucha de Faluya participan 10.000 marines y 2.000 soldados de las fuerzas especiales del nuevo Ejército de Irak. El mando estadounidense cree que enfrente tenía a unos 3.000 rebeldes, aunque la mayoría de sus jefes debieron escapar del cerco antes del ataque.
Durante las operaciones de Faluya, la resistencia ha multiplicado sus ataques en otras zonas de Irak. La aviación estadounidense bombardeó ayer posiciones rebeldes en Baquba, a 60 kilómetros al norte de Bagdad. Mosul (dos millones de habitantes), que ha estado en manos de los insurgentes durante cinco días, fue recuperada en parte por las tropas de EE UU, aunque prosiguen los combates. Se han producido sabotajes contra instalaciones petroleras y gasoductos en el norte, bloqueando las exportaciones. También afecta al mercado interno: en Bagdad ayer había carestía de gasolina.
Uno de los dos vicepresidentes del Gobierno interino, el kurdo Barham Salih, asegura que en estas condiciones las elecciones previstas en enero tendrán que aplazarse. Lo dicho por Salih es, según los observadores, un mensaje de los grandes partidos kurdos, que rechazan unos comicios sin el concurso de los árabes sunitas (20% de la población), porque en ese caso el Parlamento resultante estaría dominado abrumadoramente por los chiíes.
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