No hay más cera que la que arde
La comisión del 11-M debería llamarse, a juzgar por la línea argumental del PP, la comisión de especulación sobre el 11-M. Tras perder las elecciones del 14-M, el PP estimó que formar una comisión de investigación sobre los atentados del 11-M no era más que un intento de los socialistas de hundir más el puñal sobre el cuerpo vencido del PP, una manera de cimentar su triunfo debilitando más a los populares.
En realidad, los socialistas promovieron resignados esa comisión -al fin y al cabo se trataba, como reza el cliché, del atentado terrorista más importante de la historia de España- y los populares, no viendo cómo justificar una oposición inútil, decidieron desviar los trabajos desde adentro. ¿Cómo? Mediante la confusión.
Ayer, el coordinador de la lucha antiterrorista de la Unión Europea, Gijs de Vries, explicó, en tres ocasiones diferentes, ante preguntas de los diputados, que la Unión Europea carece de información sobre las presuntas relaciones que pudieran tener la organización ETA y grupos terroristas islamistas. No hay, pues, más cera que la que arde.
Esta pretensión de conseguir al menos que se pueda contemplar en teoría esos inexistentes vínculos en los atentados del 11-M -porque lo que se investiga no es una vinculación abstracta- choca con la realidad. Y esa realidad es una: la del sumario que instruye el juez Juan del Olmo. Que a lo largo de ocho meses de investigación, el juez no haya considerado ese vínculo teórico como un indicio -un mero indicio- lo dice todo.
¿Cuál es el propósito de este interés por inventar una vinculación inexistente en los atentados del 11-M? Uno muy claro: justificar de algún modo, retrospectivamente, una conducta concreta, la del Gobierno de José María Aznar, el 11, 12 y 13 de marzo de 2004, según la cual, primero sin pruebas materiales en la mano y más tarde con indicios en sentido distinto, pretendió hace creer a la sociedad que ETA era la organización que había llevado a cabo el atentado. Justificación retrospectiva, sí. ¿Qué otro sentido podría tener esta desesperada búsqueda de al menos la apariencia de un hecho como la que mantiene el PP desde hace ocho meses?
Los diputados del PP, Jaime Ignacio del Burgo y Vicente Martínez-Pujalte, comenzaron a orientar su trabajo con la idea de proyectar la sombra de una duda. Pero con el tiempo, le han tomado el gusto a la fabricación de historias. Es como una droga. Ahora, pues,el objetivo es más ambicioso: se trata de inficionar de dudas toda la historia del 11-M.
Este trabajo, con recursos y medios, seguirá hasta el final. Hasta la votación de las conclusiones... ¡Y después!
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