_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dos amigos

Cuando un partido en la oposición dice que se siente preocupado por algo que atañe al Gobierno hay que entender que está encantado. El PP dice estar preocupado ahora por la falta de sintonía entre Bush y Zapatero, o sea, que no deja de subrayar lo mucho que le inquieta la comparación entre el trato que el reelegido presidente norteamericano da al ex presidente Aznar y el que dispensa a su sucesor. Las relaciones entre Washington y Madrid dependen de intereses, no de sonrisas, pero es cierto que una buena relación personal no perjudica la otra.

Existe amistad ideológica entre Bush y Aznar, y parece que también personal: ha sido, pues, una reunión de carácter privado entre dos amigos. Aznar no es el jefe de la oposición y por consiguiente no tiene obligación de dar cuenta al Gobierno de sus contactos en el extranjero. Claro, que no sería un desatino que explotara esta estrecha relación en provecho de los intereses de España por encima de las rivalidades partidistas, pero en España el canibalismo político es seña de identidad.

Aznar informó al presidente del PP, Mariano Rajoy, de la charla en la Casa Blanca, ceñida aparentemente a cuestiones no bilaterales. No lo hizo a su sucesor, Zapatero. Quizá no tenía obligación moral de hacerlo, sobre todo porque en política no existen este tipo de obligaciones, pero hubiese sido un gesto de agradecer que hubiera informado a Moncloa, como así sucedió cuando se vio con Bush en mayo pasado, o como Zapatero intentó hacer, sin éxito por la actitud de Aznar, tras su entrevista con Mohamed VI. Tampoco ha estado demasiado fino Bush al recibir a Aznar antes que responder a la llamada de Zapatero.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Flaco favor hacen a las relaciones entre los dos países quienes desde el Gobierno o la oposición insisten en gestos puntuales para ahondar en las heridas y no en acciones concretas para cicatrizarlas. Zapatero fue tal vez demasiado optimista al felicitar a Bush antes incluso de oficializarse la victoria, anunciar que fue uno de los primeros en enviarle un telegrama e intentar hablar con él el día después de la victoria. Aún está esperando, a diferencia de otros líderes.

Y si ya estamos bien nutridos y fatigados de excesos gestuales y verbales entre Washington y Madrid en los últimos seis meses, bueno sería esta vez que hubiese un ejercicio de contención en la lectura de esta reunión de amigos y se ahorrasen diagnósticos contundentes como el de que hubo desaire o desprecio de Bush y Aznar a Zapatero. O, al contrario, jalear esta charla como una victoria del ex presidente contra no se sabe quién. Armar tanto ruido por un hecho que no llega ni a incidente diplomático es, simplemente, buscar la propaganda y no el deseable afianzamiento de las relaciones entre ambos países.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_