"Interpretar el 'Quijote' es encarnar una visión del mundo"
Actor y director teatral, formado en Francia y con una espléndida trayectoria a sus espaldas, Josep Maria Flotats lo ha hecho casi todo sobre los escenarios, incluido encarnar al Quijote en una versión de Rafael Azcona y Maurizio Scaparro estrenada en 1992. Aunque subraya que no se atrevería a dirigir una adaptación teatral de la novela de Cervantes "porque el ridículo puede matar", Flotats confiesa que abordó su interpretación del Quijote con la ingenuidad de los niños de creerse los cuentos que inventan. "Al fin y al cabo", comenta, "el Quijote sueña siempre despierto y se cree las cosas que imagina como reales". Feliz por el éxito de su montaje de La cena, la obra de Jean Claude Brisville que representa en Madrid, Flotats comenta que "el mundo pertenece a tipos como Talleyrand y Fouché
Los maestros deberían explicar a sus alumnos que se trata de una obra divertida a partir de leer fragmentos atractivos
[los personajes históricos de esta pieza teatral] que se comen a los quijotes".
PREGUNTA. Siempre se ha comentado que el
Quijote era una obra difícil de trasladar al teatro, pero han abundado las versiones.
RESPUESTA. Se trata de una referencia de la literatura universal y es lógico que mucha gente tenga ganas de trasladarla al teatro, al cine o a la danza. Ahora bien, las versiones siempre resultan insatisfactorias porque es imposible adaptar íntegro el Quijote y sólo pueden ponerse en escena fragmentos. El acierto de aquella versión de Scaparro y Azcona radicó en que se plantearon la tarea con humildad y sólo adaptaron algunos fragmentos que pretendían acercar al espectador a la obra de Cervantes, animar al público a volver a leer la novela.
P. ¿Por qué aceptó el papel?
R. Lo cierto es que estuve a punto de rechazar la oferta porque la obra me impresionaba por su categoría de referencia universal y también porque tenía mis dudas sobre la posibilidad de que yo fuera más creíble que otro actor. Me dejé convencer y me entregué en manos de Scaparro, ya que pienso que, para hacer un buen trabajo, un actor se ha de ofrecer por entero al director como si fuera cera moldeable.
P. ¿Cómo abordó el personaje del Quijote?
R. Lo que me guió a la hora de meterme en el universo mental del hidalgo manchego fue acercarme al máximo a la idea que tienen los niños de jugar al teatro. Se trata de esa inocencia de creerse los propios cuentos que uno inventa. Los niños recrean en definitiva esa verdad y mentira del teatro. Personajes como el Quijote o Hamlet resultan muy difíciles de interpretar porque son ideas, una visión del mundo. En realidad, interpretar al Quijote es encarnar una visión del mundo, vivir la realidad en un universo imaginado e imaginario.
P. ¿Cuál es esa visión del mundo del Quijote a la que se refiere?
R. Es una actitud que abarca la ilusión, la fragilidad, la dignidad, el sentido de la palabra dada, la ayuda a los demás. El Quijote está abocado a una lucha perdida, a ser un héroe condenado a perdedor.
P. La relación entre el Quijote y Sancho y la galería de personajes que desfila por la novela, ¿ofrecen mucho juego teatral?
R. Sin duda. De hecho, Juan Echanove, que interpretaba a Sancho en aquella versión, y yo buscamos en la cocina de los actores ese juego entre colegiales al que aludía antes. Sancho Panza no tiene ninguna inocencia, mientras el Quijote la tiene toda. Es cierto que en esa galería tan variada de personajes se inspiraron Scaparro y Azcona para montar los fragmentos de aquella versión. No se puede olvidar que el Quijote tiene un estilo de picaresca, una mezcla de tragedia y de entremés, de drama y de comedia.
P. ¿Cómo se puede acercar el
Quijote a los jóvenes?
R. Creo que la clave se halla en un trabajo muy profundo y en serio que debe comenzar en las escuelas. Los maestros deberían explicar a sus alumnos que se trata de una obra divertida e interesante a partir de leer en clase fragmentos atractivos. El Quijote hay que contarlo como si fuera un cuento.
P. Esa pedagogía literaria se aplica poco en España.
R. Lo único que me gusta de Inglaterra es el teatro inglés, que es fabuloso no sólo por los autores, sino por una larga tradición de representar a sus clásicos. Todo inglés representa teatro en la escuela y por eso, más tarde, tienen interés por asistir a montajes de Shakespeare. Los ingleses aprenden a leer y a escribir con sus clásicos. Esta educación propicia el arraigo con su cultura, cultiva el amor por la lengua y forma ciudadanos.
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