Lucha cerrada en los Estados clave
Bush y Kerry repiten los resultados de las disputadas elecciones de 2000
Prometía ser una elección de infarto y cumplió. Con una feroz batalla, voto por voto, en Ohio y Florida, el resultado de la contienda entre el presidente republicano, George W. Bush, y su rival demócrata, John Kerry, era a las cinco de esta madrugada incierto. La ventaja inicial que los sondeos a pie de urna concedieron a Kerry fue neutralizada a medida que avanzaba el escrutinio. Cada candidato ganaba donde había ganado su partido hace cuatro años, y todo estaba pendiente del recuento de sufragios en los dos lugares que ya estaban de antemano diseñados como campos de batalla.
EE UU votó en los primeros comicios tras el 11-S con una gran participación
A las 5.15, con el 94% de los votos escrutado en Florida, el presidente Bush aventajaba al senador Kerry por 52% contra 47%. En Ohio Bush iba por delante (52% contra 48%) con el 61% escrutado, pero la esperanza demócrata se mantenía, porque los primeros votos pertenecían a los condados rurales, de mayoría conservadora.
Con la experiencia de hace cuatro años, cuando el demócrata Al Gore fue proclamado ganador en Florida, las televisiones se mostraron extraordinariamente prudentes. Todas recogieron la orientación inicial de los sondeos a pie de urna, pero no avanzaron más. A las cinco de la madrugada de hoy, hora peninsular española, George Bush tenía en su poder 197 votos electorales y John Kerry contaba con 188. Todo estaba en el aire. La victoria del demócrata se confirmaba en los Estados que ya ganó Al Gore en 2000: Rhode Island (59-40), Delaware (53-46), Massachusetts (62-37), Illinois (60-39), Connecticut (54-44), Maine (57-41), Pensilvania (60-40), Vermont (60-38), New Jersey (52-47) y Nueva York (59-40).
En New Hampshire, que votó republicano hace cuatro años, había empate (50-50, con el 46% escrutado). Y en Iowa, con el 7%, ganaba Kerry (52-47). Pero Bush arrasaba en el sur, como también estaba previsto: Luisiana (59-41), Alabama (61-39), Misisipí (58-42), Georgia (58-41), Tejas (62-37), Carolina del Sur (58-41), Carolina del Norte (57-43) y Kentucky (60-40). La jornada electoral se celebró con gran afluencia a las urnas, en las primeras elecciones tras el 11-S y las primeras desde 1972 con tropas en el frente de guerra.
También en el sur, Arkansas, el Estado de Bill Clinton, que había estado empatado durante las primeras horas de la noche, se decantaba lentamente a favor de Bush (53-46, con el 22%). Hacia el oeste, más victorias de Bush: Nebraska (66-33), Montana (59-40), Nuevo México (52-47), Arizona (55-45), Utah (62-22), Wyoming (65-33), Oklahoma (65-35)y North Dakota (61-37)
Otro de los escenarios de batalla decisivos era el Medio Oeste. En Misuri, con el 35% escrutado, Bush ganaba (52-48), mientras que en Minnesota se imponía Kerry (54-45) con el 10%. En Michigan, con el 14%, Bush llevaba la delantera (54-44).
Con una participación masiva, habitualmente garantía de victoria demócrata, la tendencia inicial de los sondeos a pie de urna pareció inclinarse a favor de Kerry con mucha claridad en Pensilvania y otros Estados. Bush siguió el escrutinio en la Casa Blanca con su familia y sus colaboradores y dijo a un grupo de periodistas que "estaba muy animado". El presidente predijo en ese momento de la noche su victoria sobre Kerry. Ken Mehlman, uno de sus estrategas más importantes, había asegurado poco antes a la CNN que "la victoria está al alcance del presidente".
Pero también Joe Lockhart, portavoz de Kerry, transmitía a los militantes reunidos en el centro de Boston que querían celebrar cuanto antes su fiesta que "contamos con sólidos resultados en los lugares más importantes", y confiaba en que la gente siguiera votando en donde las urnas aún estaban abiertas. La esperanza de Lockhart era salvar Florida de la tendencia favorable a Bush y esperar al recuento de los núcleos urbanos en Ohio.
En todo caso, el optimismo inicial de los demócratas, basado en las encuestas a pie de urna que manejó la dirección del partido, quedó en suspenso, aunque sus dirigentes mantenían de madrugada que contaban con que la elevada participación -las grandes colas desde primera hora de la mañana en Florida, Virginia, Michigan, Pensilvania y Nueva York confirmaron los pronósticos de récord- salvara al final a su candidato. Un miembro del Comité Nacional Demócrata avanzó a EL PAÍS que las cuentas iniciales les llevaba a sumar hasta 311 votos en el Colegio Electoral -el mínimo para ganar es 270-. El razonamiento aseguraba que Bush "no había logrado ampliar su base de hace cuatro años", en comparación con Kerry, y confiaba en que "los nuevos votantes y los indecisos habían preferido apostar por el cambio".
Ésta era también la predicción del experto electoral John Zogby, que pronosticaba 311 votos para Kerry y 213 para Bush. En un encuentro con la prensa extranjera en Washington antes de que se cerraran las urnas, Zogby se mostró muy seguro al apostar que las tendencias iban a favorecer a Kerry a medida que avanzara el recuento, y atribuyó la supuesta ventaja del demócrata a la combinación de votantes favorables al cambio, por la preocupación sobre la economía o por el rechazo a la guerra en Irak. "La mayoría de los nuevos votantes han sido jóvenes, y entre los jóvenes Kerry tenía un apoyo del 60%. La economía era la primera preocupación del electorado, pero la guerra era la que más intensidad emocional despertaba y la que más jóvenes ha llevado a las urnas".
Los republicanos fueron más impenetrables durante toda la jornada. Fuentes del partido pidieron prudencia y se limitaron a decir: "Están siendo una elecciones muy reñidas. Es pronto para hacer cualquier tipo de especulación". El presidente ha estado oscilando demasiados meses en una frontera peligrosa, la de un porcentaje superior al 50% del electorado que de manera consistente ha indicado que el país no se orientaba en la dirección adecuada. Las elecciones presidenciales celebradas ayer fueron las primeras desde los atentados del 11-S en Nueva York y Washington. También fueron las primeras desde 1972 que coinciden con las tropas estadounidenses en guerra. La Casa Blanca apostó por situar a Irak dentro de la batalla global contra el terrorismo y trató de movilizar al electorado para no cambiar de presidente en esta circunstancia. Kerry utilizó como eje de su campaña la guerra, para denunciar los errores y pedir el cambio a los ciudadanos.
A salvo también de sorpresas, durante la jornada los problemas que algunos temían no pasaron de incidentes menores. La legión de abogados contratados por los dos partidos para someter a intenso escrutinio las denuncias o quejas por dificultades en el voto no tuvo demasiado trabajo.
Además del presidente, los estadounidenses elegían ayer toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. De los 435 representantes, 229 son republicanos, 205 demócratas y uno es independiente. De los 100 senadores, 51 son republicanos, 48 demócratas y uno es independiente. Los sondeos se inclinaban a pronosticar que la mayoría republicana se mantendría en ambas cámaras, incluso con un aumento republicano en el Senado. Ayer se eligieron también gobernadores en 11 Estados.
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