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NEUROLOGÍA

Efectos en ratones del tratamiento con Prozac en la infancia

Los antidepresivos de la familia de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), a la que pertenece el conocido Prozac, están en el punto de mira desde que las autoridades sanitarias de varios países advirtieron de que su consumo aumenta el riesgo de suicidio y que su uso en niños y jóvenes debe ser limitado. Un trabajo estadounidense en ratones publicado en Science añade un nuevo dato sobre los potenciales efectos secundarios de estos fármacos, aunque su traslación a los humanos no es automática. Según este estudio, la administración de estas sustancias en las primeras etapas de la vida puede provocar una alteración del comportamiento en la edad adulta. Al mismo tiempo, los científicos creen haber dado con los mecanismos biológicos que se ven afectados por la acción de los medicamentos.

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Los ISRS actúan sobre el neurotransmisor considerado como el modulador emocional por excelencia, la serotonina. El objetivo es aumentar los niveles de esa sustancia en el cerebro. Su acción selectiva parecía reducir considerablemente los efectos tóxicos asociados a los antidepresivos clásicos de modo que su uso se extendió rápidamente para el tratamiento de cualquier trastorno emocional. Sin embargo, el tiempo y los millones de consumidores han ido proporcionando datos que demuestran que intervenir en un punto del sistema nervioso central tiene un impacto en todo el individuo.

Mutantes depresivos

Los autores del nuevo estudio trabajaron con dos grupos de ratones. Uno de ellos era normal desde el punto de vista del funcionamiento de la serotonina, mientras que los animales del otro grupo habían sido manipulados genéticamente para que presentaran una deficiencia del neurotransmisor y fueran, por tanto, mutantes con tendencia a la depresión y la ansiedad. Una parte de los animales de ambas estirpes recibieron fluoxetina -el principio activo de Prozac- desde los cuatro días de vida a los 21 a dosis comparables a las humanas. Dicho periodo en la existencia de un roedor coincide con el desarrollo cerebral que comienza en los humanos en el tercer trimestre de la gestación y que continúa hasta los ocho años.

Las pruebas de comportamiento a las que se sometieron los ratones en la edad adulta demostraban que los animales normales tratados con fluoxetina presentaban los mismos trastornos emocionales que los mutantes. Los investigadores aseguran que las alteraciones observadas son debidas a que la fluoxetina interrumpe la actividad de la serotonina, cuya participación en el desarrollo temprano de las redes neuronales es fundamental, particularmente en los sistemas encargados de las reacciones ante la presión exterior y la respuesta emocional.

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