Europa no nos comprende
La carta que los embajadores europeos han enviado al presidente del Gobierno protestando contra la LRAU sólo significa una cosa: Europa no nos comprende. Es el precio que debemos pagar los pioneros. Cuando se aplican reglas desacostumbradas para solucionar los problemas habituales no es fácil ser aceptado. Es lo que nos sucede a los valencianos en la actualidad. Europa critica la LRAU porque no la entiende y no hemos sabido explicársela. Además, la LRAU es una ley revolucionaria y las revoluciones, como todo el mundo sabe, no suelen tener buena prensa. Pero hay ocasiones en las que la revolución es necesaria porque produce un bien superior al mal que origina. Y si nuestra ley de urbanismo ha perjudicado a algún propietario, no es menos cierto que ha hecho ricos a decenas de alcaldes y promotores inmobiliarios, y ha proporcionado trabajo a miles de personas.
Imaginemos cuál sería, en estos momentos, la situación de la Comunidad Valenciana de no haber dispuesto de la LRAU para fomentar la construcción. Sin trasvase, sin innovación tecnológica, con una industria sumida en la crisis, un turismo que amenaza con marcharse a destinos más baratos, y la Generalidad prácticamente en bancarrota, ¿qué futuro nos aguardaría a los valencianos? Estaríamos obligados a sobrevivir exclusivamente con la Copa del América y ese inacabable tranvía que García Antón nos construye a los alicantinos. Reconozcamos que la LRAU ha sido nuestra salvación.
Ahora se trata de explicarles a los europeos que nos somos esos salvajes anarquistas que les han hecho creer. Los valencianos no nos dedicamos a asolar el territorio, ni despreciamos la propiedad. Un par de artículos del consejero Blasco, escritos con su habitual desenvoltura, podrían resolver la situación. En cuanto Blasco exponga las bondades de nuestra política territorial en algunos diarios europeos, estoy convencido de que recuperaremos al punto nuestra credibilidad. Europa ignora, por ejemplo, que somos una de las regiones del planeta donde más celosamente se protege el medio ambiente. Si Blasco logra transmitir con acierto a los europeos nuestros éxitos en la protección de la Centaurea calcitrapa o el Aurea picuda, nos habremos ganado su respeto. Incluso es probable que algunos países adopten como modelo nuestras leyes de protección del territorio, por su innegable modernidad.
En cuanto a la carta remitida por los embajadores, admito que es un asunto más complicado como ocurre siempre que la diplomacia anda por medio. Pero si nos dejan explicarnos a los valencianos, bastará que Manolo Giménez se reúna con estos señores para que todo quede debidamente aclarado. Estoy convencido de que el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de San Juan sabrá defender la LRAU con la misma vehemencia y eficacia con la que, años atrás, defendía desde el sindicato a sus compañeros de la construcción.
Giménez demostrará a los embajadores que quienes se oponen a la LRAU son personas que sólo buscan perpetuar sus privilegios y burlar las leyes de la Comunidad. Los diplomáticos conocerán, por fin, cuál fue el verdadero comportamiento de los parlamentarios europeos que nos investigaron, y el modo como ejercieron su trabajo. No me extrañaría que, después de todo, el concejal exija al Parlamento europeo su reprobación.
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