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Columna
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Cinismo

Leo en el amenísimo libro de conversaciones con científicos que acaba de publicar Eduardo Punset, Cara a cara con la vida, la mente y el Universo (Destino), que "nuestro cerebro, que es el que analiza el mundo, se ha desarrollado durante millones de años de evolución biológica para reflejar el mundo y modelar los procesos de este mundo para que podamos adaptarnos mejor". Es decir, que cuando el cerebro tiene una percepción del mundo diferente, no puede funcionar correctamente.

No se me ocurre nada mejor para definir lo que le ha ocurrido al Partido Popular que gobierna en el Ayuntamiento de Ponferrada, empeñado en ponerle al centro cívico del pueblo de Dehesas el nombre de Ismael Álvarez, ex alcalde condenado por el Tribunal Supremo por acoso sexual a su concejal de Hacienda, Nevenka Fernández. No perciben el mundo tal como es.

Cualquier cerebro particular normalmente evolucionado, e incluso cualquier conjunto cerebral de mediano apaño biológico, es capaz de deducir que, de la mera yuxtaposición de las palabras acosador sexual y centro cívico surge una realidad intolerable, insultante e irreconciliable. Contagiados, equívocamente, tal vez, por la actitud obcecada que la propia Célula Madre del partido viene observando desde el 11-M, los militantes de Ponferrada decidieron darse de cabezazos contra el mundo exterior y homenajear al culpable, tras votar una propuesta de Educación y Cultura. La Célula Madre, por fin, alarmada, reaccionó. "Rájate", dijo Rajoy.

Es que lo estoy viendo. Adiós al Centro de Descapacitación Cívica Ismael Álvarez: cursos gratuitos para acosadores, clases nocturnas sobre cómo meter mano a las compañeras o asalariadas, y, por qué no, una noche a la semana, mejor el sabadete, dedicada a que don Ismael hable de su experiencia, tipo Club de la Comedia. En la puerta, bien grande, qué lástima, ya no figurará la silueta del toro bravo español. Ni siquiera de las criadillas, ya que a individuo tan machote no se le pueden ni mentar los cuernos.

Con lo bien que habría quedado, como frase emblemática descerebrada del que habría sido un Centro Cínico, acudir a cualquiera de las famosas citas de la conocida escritora Ana Buttiglione acerca de sexos, peras y manzanas.

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