Castro reaparece después de su caída y anuncia el fin de la 'dolarización' en Cuba
El mandatario afirma que el dólar no se prohibirá, pero la medida crea alarma en la población
El regreso de Fidel Castro al primer plano político, tan sólo cinco días después de sufrir una aparatosa caída y ser operado de la rodilla izquierda, fue tremendo: con el brazo derecho en cabestrillo, ojeroso pero con buen semblante, el mandatario reapareció en televisión el lunes para anunciar nada menos que el fin de la dolarización de la economía cubana. A partir del 8 de noviembre, dijo, queda suspendida la circulación del dólar en todos los comercios, hoteles y establecimientos de la isla. El dólar será sustituido por el peso convertible, moneda válida únicamente en Cuba.
La noticia, 11 años después de que se facilitara la circulación de la divisa norteamericana, causó alarma en la población. Castro explicó que la nueva moneda, que ya circulaba en la isla junto al dinero estadounidense, podrá comprarse libremente y a razón de un dólar por peso convertible. Pero a partir del 8 de noviembre, si la compra se realiza con dólares en efectivo, el cliente tendrá que pagar un "gravamen" del 10%.
El presidente cubano aclaró que esta "penalización" es sólo para la divisa norteamericana: si los pesos convertibles se adquieren con euros o con cualquier otra moneda convertible de circulación en la isla -dólares canadienses, libras esterlinas, francos suizos- no hay comisión alguna, por lo que, en principio, la medida no debe afectar al turismo ni a las remesas del exilio, cuyo volumen es de unos 1.100 millones de dólares anuales.
Castro apareció relajado y de excelente ánimo ante las cámaras de televisión, instaladas en las dependencias del Consejo de Estado para permitir su participación en un programa informativo, cuyo objetivo era explicar la última "respuesta cubana a las nuevas agresiones económicas del Gobierno norteamericano". Una mesa impedía ver si el mandatario estaba sentado en silla de ruedas, tampoco se veía el yeso en la rodilla que se fracturó el miércoles pasado. Alrededor de él, en la misma mesa, varios periodistas y el ministro-presidente del Banco Central de Cuba, Francisco Soberón, y como público acudió la plana mayor de su Gobierno.
Castro afirmó que en los últimos meses la Administración de Bush ha adoptado medidas para "entorpecer los flujos financieros externos de Cuba", presionando a bancos extranjeros para que no acepten el ingreso en cuentas del Gobierno cubano de dólares en efectivo, por poder proceder de operaciones de lavado de dinero. Indignado, aseguró que los dólares en efectivo recaudados en los establecimientos de divisas de la isla son "absolutamente legítimos", y proceden, en su mayoría, del turismo y de las remesas de los emigrantes. Ahora, aseguró, podría darse la situación de que Cuba no pueda emplear ese dinero debido al recrudecimiento del embargo -mencionó que, recientemente, el Departamento de Estado dio a conocer la creación de un Grupo de Persecución de Activos Cubanos-.
"Nada ni nadie nos puede intimidar ni amenazar", afirmó Castro, que achacó toda la responsabilidad y las incomodidades que puedan ocasionar las contramedidas de Cuba a la política de hostilidad del Gobierno de EE UU. Según una resolución del Banco Central de Cuba dada a conocer durante el programa, hasta el próximo 8 de noviembre la población podrá cambiar los dólares en efectivo que posea por pesos convertibles sin gravamen alguno. También abrir cuentas en divisa norteamericana, de las que podrá extraer indistintamente dólares o pesos convertibles cuando desee y sin penalización alguna.
"Compensación"
A partir del 8 de noviembre, ningún comercio ni establecimiento en la isla aceptará dólares; todo tendrá que pagarse en la nueva moneda. Para comprarla con dinero en efectivo, turistas y cubanos pudientes podrán adquirirla en euros o en cualquier otra moneda convertible de circulación en la isla sin ningún gravamen. Sólo se aplicará la comisión del 10% en caso de que la compra se pague con dólares en efectivo, en concepto de "compensación por los costos y riesgos" que padece la economía cubana debido a las últimas medidas de Washington para asfixiar al país.
Adelantándose al malestar y al desconcierto popular, Castro afirmó repetidas veces que no se prohibía la tenencia de dólares, ni se trataba de una medida "recaudatoria", garantizando que las cuentas bancarias existentes en divisas serían respetadas. En Cuba se podrá seguir pagando con las mismas tarjetas de crédito que hasta ahora, y al salir del país cualquiera podrá canjear los pesos convertibles por dólares sin límite ni gravámenes. Pese a todas las seguridades ofrecidas, la confusión en Cuba ayer era grande. Y aunque en teoría el único penalizado era el dólar, muchos cubanos, descreídos a estas alturas de la vida, se consideraban tocados nuevamente por la autoridad y hablaban del futuro con incertidumbre. El ruego de un transeúnte, ayer, servía de resumen: "¡Ay, mamita, que me dejen como estoy!".
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