Janelia, una granja-hotel de cinco estrellas para la ciencia creativa
En qué condiciones son más creativos los científicos? ¿Por qué hay laboratorios que tienen mucho más éxito que otros? Aunque los sociólogos de la ciencia se dediquen a debatir el tema, los jefes del Instituto Médico Howard Hughes, de Estados Unidos, creen que las respuestas están lo bastante claras como para justificar un experimento científico que cuesta 400 millones de euros. En Virginia, con vistas al río Potomac, a unos 45 kilómetros al noroeste de Washington, están construyendo un laboratorio diseñado para propiciar una cultura de creatividad científica. Su actividad seguirá las pautas de dos centros de investigación con unos índices de productividad extraordinarios, los laboratorios Bell y el Laboratorio de Biología Molecular dirigido por el Consejo de Investigación Médica del Reino Unido.
"¿Sería muy diferente el mundo si nosotros eliminásemos todo tu trabajo?"
Estos dos laboratorios han tenido éxito por las mismas razones, en opinión de Gerald M. Rubin, vicepresidente del Instituto Hughes. Sus científicos trabajaban en grupos pequeños, con jefes que hacían investigación práctica. Recibían amplio respaldo económico y técnico, sin necesidad de solicitar becas u otras distracciones. Pocos investigadores tenían contrato indefinido, así que había mucha renovación de personal. Y la única directriz era que tenían que trabajar en un problema interesante, llevara el tiempo que llevara. Puede que esta fórmula suene al ideal científico, pero rara vez se sigue, ni siquiera en las universidades de EE UU. Las entidades que aportan la financiación exigen investigación segura y resultados predecibles. Los científicos jóvenes pasan muy pocos años trabajando en la práctica antes de convertirse en administradores.
El Instituto Hughes está en condiciones de probar algo diferente. Beneficiario de la fortuna de Howard Hughes -su dotación actual es de 10.500 millones de euros-, su principal actividad es la de respaldar a unos 300 científicos dentro del sistema universitario, la mayoría de los cuales tienen también becas de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el principal patrocinador de la investigación biomédica en EE UU. El Instituto Hughes los anima a emplear el dinero en proyectos a largo plazo, de alto riesgo, o que por cualquier otra razón no tengan posibilidades de ser respaldados por los NIH, pero se les disuade de emprender trabajos semejantes a los de otros laboratorios. Algunos becarios Hughes se molestan, dice Rubin, cuando él aplica lo que denomina "mi prueba de eliminación" a su investigación: "¿Sería muy diferente el mundo si nosotros eliminásemos todo tu trabajo?".
Las becas Hughes están muy valoradas, pero el Instituto Hughes piensa que tendría más influencia si en vez de ampliar su número construyeran un laboratorio para la investigación creativa. Un objetivo paralelo es satisfacer la voraz demanda de la biología de nuevas técnicas para investigar las células y genomas, haciendo que los biólogos trabajen hombro con hombro con ingenieros y programadores informáticos. "Nos dimos cuenta de que si queríamos crear esas herramientas para la próxima generación de biólogos, las universidades no eran el lugar óptimo para llevar esto a cabo", dice Thomas R. Cech, presidente del Instituto Hughes.
El laboratorio que está empezando a cobrar forma se llama Centro de Investigación Granja Janelia y se extiende a lo largo de 300 metros, en forma de S poco pronunciada, organizado en niveles sobre la ladera de un monte mirando al río. Es obra del arquitecto uruguayo Rafael Viñoly y su inauguración está programada para el año que viene. Hay un presupuesto extra de 24 millones de euros para dar al lugar un aspecto agradable.
Rubin, un especialista en genética que trabaja con la mosca del vinagre, será el director del nuevo laboratorio, que se centrará inicialmente en neurobiología y nuevos métodos de procesamiento de imagen. Los dos campos se solaparán porque nuevas formas de visualizar lo que sucede en las células nerviosas ayudarán a los científicos a comprender cómo funciona el cerebro. Pero el laboratorio no se limitará a estos campos. Científicos de todas partes del mundo pueden hacer una solicitud para trabajar en cualquier cosa que deseen. El número máximo de científicos será de 180. "Con un líder demasiado fuerte y dogmático, los jóvenes podrían sentir que no tienen libertad para desarrollar su propia investigación", dice Rubin. Se plantea su papel de director como algo parecido al de "un conserje de un hotel de cinco estrellas".
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