Jonathan Demme denuncia la corrupción política de EE UU
La Seminci recibió ayer la visita del estadounidense Jonathan Demme, autor de 18 largometrajes, entre los que destacan Philadelphia y El silencio de los corderos. Demme presentó El mensajero del miedo fuera de concurso. Muy crítico con los actuales líderes políticos de su país, les acusó de mantener "una relación incestuosa" con las grandes multinacionales que se benefician del negocio de la guerra.
El reparto de El mensajero del miedo (The manchurian candidate), que se estrena en las carteleras españolas el próximo 12 de noviembre, está encabezado por Denzel Washington y Meryl Streep. La película cuenta la historia de un comandante del Ejército de EE UU empeñado en descubrir la verdad sobre la limpieza del expediente militar de un candidato a la presidencia, y plantea un alegato contra las estrechas relaciones de esas multinacionales con los actuales inquilinos de la Casa Blanca.
La novela en la que está basado el filme fue escrita por Richard Condon en los años sesenta y, según Demme (Nueva York, 1944), es un texto "airado" que "cuestiona a los líderes políticos" y cuyo espíritu ha intentado trasladar a la película. En la obra original, que ya fue adaptada al cine por John Frankenheimer, la principal amenaza era el comunismo, que ahora aparece sustituido por un nuevo mal: "La influencia enorme de las multinacionales que se benefician con la guerra", afirma Demme.
Según el director de El silencio de los corderos, el tiempo de rodaje resultó "una experiencia muy intensa y emocionante" porque al comienzo el equipo quería manifestar su oposición a la guerra en general, pero la invasión de Irak "reforzó nuestra convicción antibélica". Además, durante el rodaje se conoció numerosa información sobre el caso Halliburton (la empresa de suministro de material para la guerra estrechamente vinculada al vicepresidente Dick Cheney), lo que puso al descubierto "esta relación incestuosa y tóxica entre las grandes empresas multinacionales y los líderes políticos".
Después de insistir en que el libro de Condon refleja el "enfado" que provocan los políticos cuando utilizan "el miedo para lavar el cerebro de la gente", Demme recordó que en el texto original "los grandes medios de comunicación se habían convertido en un instrumento complaciente, indolente, en manos del Gobierno para colaborar" en esa tarea. "La prensa no puede limitarse a transmitir la información que le proporciona el Gobierno, sino que ha de cuestionar la labor de los líderes políticos, desarrollar un papel crítico e investigar sobre lo que está mal hecho". En este sentido, para el director la prensa de su país ha adoptado una actitud "demasiado blanda". "Sólo les preocupa el entretenimiento, dejando de lado el espíritu crítico y de análisis".
Demme responsabilizó de esta situación no sólo a los medios, sino "al tándem Bush-Cheney, que desde el 11-S han trabajado muy duro para silenciar a los medios de comunicación o para hacerles más complacientes con el poder". Durante su comparecencia, Jonathan Demme recordó que su intención no es convertirse "en la vanguardia de ningún movimiento antiBush, sino reflejar el malestar creciente entre la población".
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