_
_
_
_

Kosovo elige hoy a los diputados que negociarán su estatuto definitivo

Casi 20.000 soldados internacionales vigilan el proceso electoral

Guillermo Altares

Kosovo celebra hoy las elecciones más importantes de la posguerra porque, cinco años después de los bombardeos de la OTAN de 1999, los 120 diputados que saldrán elegidos participarán en las negociaciones para decidir, el año próximo, el estatuto definitivo de esta provincia serbia administrada, en medio de crecientes críticas de la población, por la ONU. Los serbios, que representan apenas el 8% de los kosovares, han sido llamados a boicotear el proceso electoral.

La mayoría albanesa ha recibido la promesa -de sus principales líderes, no de la comunidad internacional- de que lograrán la independencia del territorio.

Más información
Los serbios boicotean las elecciones en Kosovo, cruciales para el futuro estatuto de la provincia
Un vehículo choca contra la escolta del presidente serbio y se da la la fuga

"La situación es estable, pero no pacífica", asegura un joven mando del destacamento francés de la KFOR. Cuando una campaña electoral empieza con el envío de 2.000 refuerzos, una parte de ellos (un batallón francés) lanzado en paracaídas en una clara demostración de fuerza, quiere decir que el temor a que se repitan los ataques de marzo, durante los que 19 serbios fueron asesinados y 4.000 más obligados a abandonar sus hogares incendiados, no ha desaparecido. Un total de 19.300 soldados, 700 de ellos españoles, a los que hay que añadir a los miembros de la policía internacional, han vigilado un proceso electoral que se ha desarrollado sin incidentes, aunque con una cierta tensión y un lenguaje subido de tono entre los candidatos. Con una población de 1,9 millones (1,4 millones con derecho a voto), en un 90% albanesa, y un tamaño similar al de Asturias, la presencia militar es descomunal y se nota en las calles de Prístina.

Los sondeos sitúan como ganadora a la moderada Liga Democrática de Kosovo (LDK) del presidente e histórico líder kosovar Ibrahim Rugova -que logró la victoria en las legislativas de 2001-, con un 30%, y en segundo lugar, con un 25%, a la principal formación salida de la guerrilla albanesa del ELK, el Partido Democrático de Kosovo (PDK) del primer ministro, Bajram Rexhepe. Como ocurrió en 2001, gane quien gane, el sistema requerirá una buena dosis de orfebrería política para elegir un presidente y un jefe de Gobierno, un proceso que puede complicarse si el candidato sorpresa, el magnate de la prensa Veton Surroi, con su Lista Ciudadana ORA, cumple los pronósticos y se hace con un 20%.

"En marzo se rompió la ilusión de que las cosas funcionaban bien, de que este lugar podía seguir así", señala Surroi en su despacho en Pristina. A diferencia de los dos principales partidos albaneses, Surroi no ha basado su campaña en las negociaciones de 2005, sino en el desgobierno y en la cataclísmica situación económica. Dos datos, proporcionados por el analista de la Cámara de Comercio y antiguo asesor económico del primer ministro Safet Gerxhaliu, resumen la situación: el 60% de la población está en paro y el 95% de los bienes que Kosovo consume son importados. "Estamos en una carrera contra el tiempo, contra un estallido social que podría ocurrir en seis meses si las cosas no cambian", agrega Surroi.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Los asesores políticos de la misión de la ONU para Kosovo (UNMIK) creen también que la economía es una "prioridad absoluta porque no se pueden hacer progresos políticos si aumentan las tensiones sociales" y rebajan las promesas de independencia que tanto el LDK como el PDK han lanzado en sus mítines. "Lo que va a ocurrir a mediados de 2005 es que el Consejo de Seguridad revisará los progresos que se han realizado en campos como la seguridad, la libertad de movimientos, el respeto a las minorías, el regreso de los desplazados y refugiados y la formación de gobiernos locales. Si se evalúa que el progreso existe, entonces se podrá avanzar hacia las negociaciones del estatuto definitivo", explica Jeff Bieley, portavoz de la UNMIK.

Dardam Islani, un conocido periodista de 31 años y antiguo guerrillero del ELK, se muestra muy crítico con el actual Gobierno y también con la UNMIK, "aunque ellos no se presentan a las elecciones", aclara. Habla de un colapso general en la economía, de una corrupción enorme y de la necesidad de reconstruir el tejido productivo de Kosovo: "Nadie se hizo responsable de lo que ocurrió en marzo, ni el Gobierno, ni los partidos, ni la KFOR, ni la UNMIK. Todos fracasaron y eso da mucho miedo".

Tres hombres albanokosovares conversan sobre las elecciones en un café de Pristina.
Tres hombres albanokosovares conversan sobre las elecciones en un café de Pristina.EFE

Boicoteo de los serbios

La violencia étnica de marzo representó un enorme paso atrás, algo que reconocen los principales partidos albaneses: el portavoz de Rugova, Lulzum Zeneli, habla "del momento más negro de la historia reciente de Kosovo". Los 128.000 serbios que quedan en Kosovo, un territorio que Serbia considera la cuna de su historia, viven desde entonces protegidos por la KFOR, algunos incluso dentro de las bases de las tropas internacionales, y han sido llamados por sus líderes locales, por los representantes de la Iglesia ortodoxa y por el primer ministro de Belgrado, Vojislav Kostunica, a boicotear unos comicios que consideran un paso hacia una futura independencia.

El presidente serbio, el reformista Borís Tadic, y la comunidad internacional han pedido que acudan a votar. "Al participar podemos abrir vías de diálogo con los albaneses", señaló Olivier Ivanovic al presentar su partido, una de las dos formaciones serbias que acuden a los comicios. En cualquier caso, tienen 10 escaños reservados en la Asamblea, el resto de las minorías tiene otros diez. Sin ellos, el rompecabezas del futuro de Kosovo no podrá completarse.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_