La integración entra por la boca

Si se pone, uno detrás de otro, un plato de sang amb ceba, uno de arroz con bambú, una cocada, unas migas ruleras, huevos cuajados, humus, flan de pan, paella, steak tartar, y así hasta 100 recetas de 24 países y cuatro continentes, el resultado es la fiesta gastronómica intercultural que ayer se celebró en el instituto Sorolla de educación secundaria, en Valencia.

Al centro, con 800 alumnos, acuden 80 jóvenes foráneos. Sólo en este curso se han incorporado 32. Enumerar sus países viene a ser una clase de geografía: Argentina; Bolivia; Brasil; Bulgaria; Camerún; China; Colombia; Congo; Cuba; Ecuador; Estados Unidos; Guinea Ecuatorial; Líbano; Lituania; Marruecos; Perú; Polonia; República Dominicana; Rumanía; Túnez; Ucrania; Uruguay, y Venezuela.

La directora del instituto, Teresa Tomás, no oculta que la iniciativa de convertir la tradicional fiesta de bienvenida en una apuesta por el multiculturalismo tiene algo de respuesta a lo ocurrido recientemente en dos centros de la ciudad: En Orriols, alumnos ecuatorianos denunciaron el acoso al que los sometían jóvenes valencianos; y en el Ramón Llull, un estudiante chino blandió una katana en una pelea con sus compañeros.

La fiesta sirvió para que los alumnos del Sorolla se mezclaran y conocieran mejor a sus compañeros. Y quizá también para que Katherin de Torres, 15 años, colombiana de Cali, que quiere ser "ingeniera de sistemas" no eche tanto de menos "el ambiente, la música, la salsa, y salir al río Pance"; y para que Rafael Serrano, 13 años, cubano de Guantánamo, que lo tiene claro y quiere ser pintor, y le gusta de Valencia sobre todo "la playa, el centro comercial y los cibercafés", añore menos a la familia que se quedó en su país. Que adaptarse a un nuevo entorno no es fácil lo sabe bien Danthoni Rocha. Llegó a España hace un mes desde Bolivia, con su madre y con su abuela, y dice que le "falta poco". Y Rocha, que tiene 16 años, cursa cuarto de ESO, y piensa en ser arquitecto, aparte del mar, está impresionado con lo grandes que son los supermercados, y que "estén en todos los lugares" porque "en Cochabamba sólo hay dos".

En los institutos de secundaria y bachillerato valencianos estudian 18.274 adolescentes extranjeros de un total de 254.661. Representan el 7,2% del total, pero eso es de momento. En el tramo anterior -infantil y primaria- el porcentaje es exactamente el doble: 56.289 de 391.231.

¿Están preparados los centros educativos para asumir esta transformación? La directora del Sorolla responde que no. "Están las herramientas pero falta dinero". Teresa Tomás pone el ejemplo de las clases de apoyo, fundamentales para aquellos que llegan a España "sin hablar una palabra de castellano": "Nosotros tenemos una sola profesora de compensatoria que compartimos con el instituto de Serpis. Y lo mismo ocurre con los centros de El Cabanyal y el Ramón Llull".

Culinariamente, el banquete, en el que colaboraron profesores, padres, alumnos y personal no docente, resultó un éxito y los platos quedaron vacíos. Todos los chavales consultados celebraron la iniciativa, salvo dos. Una adolescente contestó: "Todos tenemos derecho a hablar, ¿no?, pues España para los españoles. Yo sólo he comido comida española". La opinión mereció la censura generalizada y también una frase que suena a consejo: "No sabe lo que se ha perdido".