Ron y empanadillas en la discoteca de moda
Un local de salsa de la avenida de Carabanchel Alto reúne cada noche a decenas de latinos que salen a bailar
A las once de la noche abre sus puertas. Pero no es hasta la una de la madrugada cuando decenas de personas empiezan a llenar el Munka-Munka. En su mayoría latinoamericanos (ecuatorianos, dominicanos, colombianos...), pero también españoles. Aunque en el último año su clientela ha bajado, esta discoteca sigue siendo el local de moda entre los inmigrantes suramericanos, y no sólo entre los residentes en el distrito de Carabanchel.
Entre sus atractivos, la música: desde la salsa hasta el merengue, pasando por la cumbia y la bachata. Y para beber, licores de la tierra: ron viejo de Caldas, aguardiente antioqueño o aguardiente de cristal, según explica Julio Galeano, colombiano de 48 años, que abrió el local en 2000. "Se bebe por chupitos, pero es tradicional comprarlo por botellas", explica. A 60 euros la botella y a 30 euros la media botella.
Y, como peculiaridad, la comida. Si a algún bailarín le entra hambre de madrugada, en vez de salir a la calle a buscar una tienda abierta 24 horas, como ocurre en la mayoría de las discotecas, aquí sólo tiene que acercarse a la barra a pedir una ración de chorizo o unas empanadillas colombianas. "Rellenas de carne y picadillo de cebolla, tomate y cilantro", precisa Galeano.
Los clientes suelen ser habituales, pero últimamente, "por las redadas que está haciendo la policía en este tipo de bares, hay menos público", se queja Galeano. "Aunque tengan papeles en regla, muchos no vienen porque eso es muy desagradable", añade. Y, aunque pocos, "quizá sólo el 10% del total", también hay clientes españoles, "atraídos por la música y el baile", asegura el dueño del Munka-Munka.
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