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LA POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA

Zapatero afirma que la tensión con EE UU no le hará cambiar de posición sobre Irak

El presidente del Gobierno reitera que España no volverá a enviar tropas ni con la ONU

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, manifestó ayer que las tensiones diplomáticas con Estados Unidos no le van a hacer cambiar sus "convicciones ni decisiones sobre la guerra de Irak" porque se trata de un compromiso adquirido con los electores españoles. Además, al ser preguntado por si España podría volver a enviar una fuerza a Irak bajo el mando de la ONU, es decir, en calidad de cascos azules, Zapatero fue tajante: "España mantiene una posición firme de no enviar tropas a Irak", dijo.

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"Ni siquiera voy a entrar a valorar si determinados métodos son diplomáticos o no", respondió el presidente cuando se le pidió una reacción al incidente provocado por el embajador de Estados Unidos en Madrid, George Argyros, quien, tras no asistir el martes al desfile de la Fiesta Nacional, explicó el jueves que su ausencia se debió a que el hoy presidente y entonces líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, no se puso en pie el año pasado cuando desfiló la bandera de las barras y estrellas. "Pero no voy a cambiar mis convicciones ni mis decisiones sobre la guerra de Irak, que responden a un compromiso con los electores", añadió Zapatero.

El presidente se mostró, además, convencido de que el embajador en Washington, Carlos Westendorp, enderezará las cosas. "El embajador de España en Norteamérica es un gran diplomático, y estoy seguro de que va a hacer lo que le corresponde, que es fortalecer las relaciones de España con la sociedad y las autoridades de Estados Unidos. Estoy seguro de que Westendorp lo hará con inteligencia y brillantez", comentó planteando una contraposición crítica velada a la conducta del representante estadounidense en Madrid.

Aseguró también Zapatero que nunca expresará en público sus deseos sobre el resultado de las próximas elecciones presidenciales estadounidenses, debido a que respeta a los electores y a la democracia de ese país tanto como quisiera que se respete a España.

El presidente del Gobierno hizo estas manifestaciones al término de la VI Cumbre de Líderes Progresistas, un debate en el que fue el principal oponente del primer ministro británico, Tony Blair, precisamente en relación con estos mismos temas, la guerra de Irak y las relaciones con Estados Unidos.

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Tony Blair defendió una Europa "dedicada" a mantener el vínculo más estrecho con Estados Unidos. Zapatero manifestó que "el Gobierno de España tiene como aliado y amigo al Gobierno de Estados Unidos, porque compartimos muchos intereses bilaterales y porque tenemos muchos acuerdos recíprocos". Pero añadió: "Debemos acostumbrarnos a que pueda haber discrepancias, y es conocido lo que Irak ha representado en ese sentido".

El estado de las relaciones hispano-estadounidenses que se deduce de estas declaraciones parece, en cualquier caso, lejos del ideal que preconiza Blair, y la insistencia de Zapatero en no cambiar de posición ni convicciones tiende a complicar las cosas. El propio presidente desdramatizó este enfrentamiento. Dijo que "a nadie le puede sorprender que las posiciones sean distintas" y que, en un momento de la discusión del jueves, había expresado "el mismo interés" en respetar las ideas de su contrincante que en explicar las suyas.

Fuentes presentes en la cumbre afirmaron que, algunos de los nueve líderes participantes, en concreto los de Chile, Nueva Zelanda y Suráfrica, tendieron a alinearse con Zapatero, mientras el primer ministro húngaro, Ferenc Gyurcsány, seguía a Blair. Completaron el elenco de "progresistas", o socialdemócratas, reunidos por esta convocatoria fundamentalmente británica, los líderes de Canadá, República Checa, Etiopía y Corea.

Hubo un punto de aproximación en el debate que divide a distintas manifestaciones de la izquierda, a partir de la propuesta de Blair de que la agenda internacional común incluya, junto a la consabida lucha contra el terrorismo y las armas de destrucción masiva, la lucha contra la pobreza, por los derechos humanos y la democracia, y un esfuerzo primordial por lograr la paz entre israelíes y palestinos.

Zapatero concluyó que "es importante que exista capacidad de comunicación" entre las posiciones enfrentadas, y subrayó tres puntos de acuerdo confirmados en esta cumbre húngara: recuperar el multilateralismo y fortalecer la ONU; afrontar con decisión y urgencia el conflicto israelo-palestino, y que la lucha contra el terrorismo sea "compartida, que una a los países y no los divida". Ni Zapatero ni Blair se quedaron para la conferencia de prensa de clausura.

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