Blair convoca a la izquierda a una Europa de iguales que tienda la mano a EE UU
Rodríguez Zapatero pedirá hoy a su colega británico un gesto sobre Gibraltar
La VI Cumbre de Líderes Progresistas arrancó ayer en Budapest con el protagonismo de su principal promotor, el primer ministro británico, Tony Blair, y con maneras tan florentinas que, para evitar las divergencias sobre Irak y otros temas que separan a los socialdemócratas, las referencias a la política internacional en el comunicado que hoy suscribirán los dirigentes serán genéricas. Blair no desperdició la ocasión de convocar a los reunidos a construir una "Europa igual para todos" y "dedicada a mantener la relación trasatlántica".
"Debemos rechazar cualquier sugerencia de construir núcleos internos o externos en Europa", sostuvo el británico, tras afirmar que "la fecha de ingreso" en la UE "es irrelevante y que todos juntos somos los miembros fundadores de la nueva Europa". Estas frases, que contestan la relevancia de la relación privilegiada entre París y Berlín, cultivada hasta hace poco por Londres y ahora por España, figuran en un artículo que Blair firmó ayer en la prensa de Budapest junto al primer ministro, Ferenc Gyurcsány.
"La afección", destacada en el texto, "particularmente fuerte de los nuevos socios" europeos hacia el vínculo con EE UU sitúan los comentarios anteriores, e incluso la presentación de esta cumbre, en el contexto de las divisiones entre la vieja y la nueva Europa trazada por el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, a raíz de la oposición de Francia y Alemania a la invasión de Irak.
El primer ministro británico insistió en la necesidad de que Europa mantenga "una estrecha relación" con la hiperpotencia cuando tomó la palabra para formular sus conclusiones finales ante la reunión de cuadros políticos que sirvió de preludio a la cumbre inaugurada por la noche. Esta reunión concluye hoy con un comunicado conjunto.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que hoy se entrevista con Blair y espera abrir alguna vía de desbloqueo de la negociación sobre Gibraltar, después de haber trazado varios gestos de una mayor apertura española al diálogo con lo gibraltareños, no había llegado aún a Hungría cuando el británico pronunció su discurso ante los cuadros progresistas.
Tampoco estuvo presente el canciller alemán, Gerhard Schröder, que era esperado para la cena, pero sí el presidente chileno, Ricardo Lagos, que no esquivó la polémica sobre Irak. Lagos recordó, en efecto, que su país votó en contra de la invasión en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas porque no había sido adoptada según las normas del multilateralismo. Su intervención, durante el único debate abierto a los medios de comunicación, quedó, sin embargo, como un detalle aislado entre las consideraciones pacatas de otros oradores, como el primer ministro surafricano, Tabo Mbeki; el rumano, Adrian Nastase; la primera ministra neozelandesa, Helen Clark; el ex primer ministro danés, Poul Schuster, o el ex comisario europeo, Pascal Lamy.
Reforma de la ONU
Todos estos líderes navegaron por generalidades sobre temas como la solución del problema del hambre o la reforma de la ONU, sin superar en este caso, por ejemplo, la necesidad de conjugar eficacia y democracia. Fuentes interesadas en la negociación del comunicado final de esta cumbre indican que su lenguaje será forzosamente más onusiano, en el sentido de abstracto y condicionado por un consenso difícil, que propio de una familia política.
Consciente de que peligra el tono de estas reuniones, iniciadas en 1999 junto al estadounidense Bill Clinton, al italiano Giuliano Amato y al sueco Goran Parson, como una versión más selecta de la internacional socialista, Tony Blair trató de galvanizar ayer a la audiencia con una afirmación optimista: los grandes problemas del momento sólo pueden ser abordados con los principios de la izquierda.
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