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Reportaje:

Muchas agricultoras, pocas empresarias

Sólo el 10% de las mujeres que trabajan en Andalucía en la explotación agraria familiar reciben prestaciones sociales

Ginés Donaire

"Claro que tenemos que demostrar mucho más que los hombres". Remedios Peña Checa, una agricultura de 49 años de Andújar (Jaén), todavía no olvida las burlas y críticas desaforadas, cuando no despiadadas, que vertían sobre ella y su socia, Julia Reina Redondo, cuando hace nueve años decidieron convertirse en empresarias agrícolas y asumir la explotación de 32 hectáreas de algodón en la vega del Guadalquivir. "Muchos hombres nos decían que teníamos que estar fregando platos y que estábamos locas", recuerda con cierta amargura Remedios. Pero, lejos de desanimarlas, aquellos reproches de tinte machista sólo sirvieron para espolear a estas dos mujeres, que siguen aferrándose al algodón como medio de vida y sustento económico para sus familias.

Ni siquiera el varapalo sufrido en su segunda campaña, cuando perdieron toda la cosecha debido a las fuertes inundaciones, les hizo desistir en su intento por cambiar los roles en la agricultura andaluza La última campaña recogieron 135.000 kilos de algodón y otros 20.000 de maíz, unas cifras a las que no podrán llegar este año debido a la climatología adversa. En todo caso, y pese a los negros nubarrones que se ciernen sobre el cultivo del algodón en España, Remedios y Julia han callado muchas bocas, han acabado por convencer a muchos hombres y, como empresarias agrícolas -Remedios paga unos 150 euros mensuales como trabajadora autónoma por cuenta propia-, han dejado atrás todos los complejos de la mujer en el campo andaluz.

Y es que Remedios y Julia son una gota de agua dentro de un mundo masculinizado de manera abrumadora. Y eso que en torno al 60% de los preceptores del subsidio agrario en los últimos años (una media de 220.000 personas) han sido mujeres. Pero se trata de datos que no reflejan la realidad actual, pues sólo el 26% de las mujeres tienen reconocidos sus derechos en el sector agrario, mientras que el 74% restante se encuentran en situación irregular.

Sólo el 10% de las mujeres que trabajan en la explotación familiar reciben prestaciones sociales. De las 48.000 explotaciones familiares inscritas en el Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social y en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, únicamenten en el 10% aparecen mujeres (unas 5.000), que pueden así optar a prestaciones sociales. El censo agrario revela que un 34% son mujeres, pero sólo un 23% son propietarias de fincas agrícolas.

Para corregir esa situación, las organizaciones agrarias vienen reclamando la cotitularidad de las explotaciones, algo que choca con la exigencia legal para que coticen tanto el hombre como la mujer, una carga demasiada excesiva en el medio rural. "Sólo de esa manera se podrían reconocer los derechos individuales de las mujeres; ahora las mujeres están supeditadas al hombre", señala Montserrat Moyano, presidenta de la Asociación de Mujeres Rurales de Andalucía (Ademur).

Remedios Peña sabe muy bien de la "discriminación" de la mujer en el medio rural. Tuvo que dejar la escuela muy pronto para ayudar en las tareas agrícolas de su familia. Desde entonces ha sido testigo de las penurias y sufrimientos en el campo y ha visto el declive de un cultivo, el algodón, que, recuerda, "quitó mucha hambre y frenó mucha emigración en Andalucía en la década de los años 60 y 70".

Quizá por ello ahora sueña con que sus tres hijos tengan un futuro con menos zozobra. Una ha estudiado Trabajo Social, otra aprende Lenguaje de Signos y el varón, Biología. "No paran de llamarnos para que les enviemos dinero", dice Remedios, casada con otro agricultor de Andújar, aunque ella misma se encarga de marcar distancias en el plano laboral. "Cada uno trabaja en su finca; mi marido sólo nos presta a veces la maquinaria", añade Remedios, que presume de su habilidad para manejar el tractor.

Por eso, en el Día de la Mujer Rural, Remedios se acuerda de muchas otras generaciones que, como ella, "desde el anonimato y el silencio, se dejaron la vida en el campo para sacar adelante a sus familias". Mientras sueña con regentar su propia granja escuela, "para que los niños sepan de dónde viene la leche del cartón", la agricultora emplea su tiempo libre en la asociación de mujeres Ceres -nombre de la diosa de la agricultura- que ella misma preside y también en el área de la mujer de COAG de Jaén, desde donde saca a relucir su vena más reivindicativa.

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