La arquitectura marca en Lille el cierre de la capitalidad cultural
Christian de Portzamparc expone sus creaciones y proyectos en 'Plural y singular'
La nordista Lille ha privilegiado la arquitectura para cerrar su exitoso año de capitalidad cultural (entre siete y ocho millones de personas han visitado sus actos). Se celebran tres grandes exposiciones sobre la materia, una de ellas de carácter más artístico -las videoinstalaciones de La ville qui fait signes-, otra de naturaleza más política -Lille, métropole en Europe pone en relación las transformaciones urbanísticas de Lille con las de Porto, Barcelona, Rotterdam, etcétera-, mientras que la tercera es personal, una antológica abierta hasta el 10 de enero que el palacio de Bellas Artes dedica a Christian de Portzamparc (Casablanca, 1944) bajo el título Pluriel et singulier.
La propuesta es "un espacio urbanístico accesible a todos que evita la privatización abusiva del suelo"
"Me interesan las salas con una geometría de difusión del sonido", explica Portzamparc
"La he bautizado con ese título porque con él se expresan las dos vertientes del trabajo de arquitecto", dice Portzamparc. "Plural por la dimensión urbanística y colectiva de lo que haces, por la obligación que tienes de interesarte y conocer el entorno; singular en la medida en que algunas construcciones están ahí para servir de símbolo, referencia o faro de un barrio o ciudad, a veces por su carácter excepcional, como puede ser un palacio de justicia o un gran auditorio musical; en otras ocasiones también por sus dimensiones, por su altura".
La exposición consagrada al arquitecto se interesa tanto por su obra construida como por proyectos no realizados, que muestra a partir de maquetas y filmes. "Las fotografías y planos los dejo para los libros. Una exposición ha de transmitir la sensación física de la arquitectura", afirma Christian de Portzamparc mientras se extiende sobre las dificultades legales de crear un barrio distinto en Pekín. "El encargo es sobre dos manzanas a edificar y que hoy son un campo de remolacha. Hay que respetar que todas las viviendas y fachadas tengan un mínimo de dos horas y media de sol al día. Eso se traduce en barrios de bloques separados, bien escalonados, uniformes y tristes". Su propuesta es la manzana abierta, es decir, "un espacio urbanístico penetrable, accesible a todos, que evita la privatización abusiva del suelo urbano, con edificios de distintas alturas y volúmenes, con la práctica desaparición de medianeras".
Entre los grandes proyectos que ahora tiene entre manos el estudio de Portzamparc figura la Cidade da Musica Roberto Marinho, en Río de Janeiro, un edificio flotante situado en pleno centro de la zona de Barra y que incluye una sala filarmónica para 1.800 personas que puede transformarse en ópera a la italiana para 1.300 espectadores; otra sala de música de cámara de 500 plazas, una para la experimentación electroacústica y todas las habitaciones correspondientes a salas de ensayo, aulas para dar clases a los alumnos del conservatorio, una biblioteca, tres cines, un restaurante y todos los servicios que lleva aparejados un centro de este tipo.
"Tras haber construido la Cité de la Musique en París varias ciudades me han pedido auditorios, óperas o complejos dedicados a la música. Me interesan las salas con una geometría de difusión del sonido que evitan su fijación, y por eso experimento con curvas sacadas de la banda de Moebius", señala el arquitecto.
En Luxemburgo, la sala de conciertos de la gran duquesa Josephine Charlotte se inaugurará el año que viene, mientras que en Nara (Japón) la propuesta fue premiada en 1992, pero la crisis del sector inmobiliario y financiero pudo con ella.
Christian de Portzamparc está al frente de un estudio que emplea a más de 50 personas, construye en Japón, Estados Unidos, Brasil y en diversos países de Europa; alinea rascacielos en su currículo, pero eso no le impide dirigir y ocuparse ahora del nuevo barrio de la ribera izquierda del Sena, en París, con 67.000 metros cuadrados de apartamentos, 37.000 de comercios, 117.000 destinados a oficinas, 5.200, a equipamientos, 110.000, a una universidad, más otras decenas de miles de metros cuadrados ocupados por un parque.
"En ese barrio no tengo ningún proyecto mío. Es el conjunto el que responde a mis ideas urbanísticas, a mi propuesta de manzana abierta. Y eso es posible porque el programa incluye usos distintos que permiten una variedad aleatoria de luz y volúmenes", explica Christian de Portzamparc.
Babelia
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