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Reportaje:

La locomotora pierde fuelle

El crecimiento de la economía japonesa se ralentiza en el segundo trimestre y amenaza la recuperación del último año

El crecimiento económico japonés, que arrancó hace poco más de 15 meses y es el tercero desde que, en 1991, estalló la burbuja bursátil e inmobiliaria, se ha ralentizado en el segundo trimestre de 2004. Ha desacelerado hasta el 1,3% anual, tasa que es la menor de los ultimos doce meses. La estimación gubernamental del crecimiento real del producto interior bruto (PIB) de la segunda economía del mundo está muy por debajo del 6,4% de los primeros tres meses del año, del 7,4% del último trimestre de 2003, y se sitúa a cuatro décimas de la previsión del 1,7%. Este dato supone un revés para los analistas, que esperaban, bien al contrario, una revisión al alza.

La tasa de paro se ha situado en el 4,8% a finales de agosto, después de bajar un 0,1% respecto al mes anterior; pero es más alta que en junio
Se ha duplicado la previsión de aumento de la producción industrial al 1,3% en septiembre, pero se espera una caída del 0,5% en octubre
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El origen del menor crecimiento económico japonés tiene su origen en un descenso del gasto estatal y en la reducción de los inventarios industriales, a causa, en parte, de la cifra récord de 22 tifones que han azotado este año el archipiélago nipón, imposibilitando las entregas de las acerías y de las firmas de electrónica de sus productos a sus clientes en el extranjero. Sin embargo, ese dato no ha alterado la previsión del Gobierno del primer ministro, Junichiro Koizumi, de que el PIB logrará su mejor índice en ocho años al aumentar un 3,5% hasta el 31 de marzo de 2005, fin del actual año fiscal japonés.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha augurado a Japón un crecimiento en 2004 de un 4,4%, tasa superior a la del 3,3% en que lo cifró en abril y ha basado su predicción en una mayor demanda nacional y extranjera en la segunda mitad del año fiscal nipón. La revisión a la baja del PIB es coherente con los más recientes datos económicos que señalan una ralentización del avance de la locomotora japonesa.

La producción industrial creció, pero sólo un 0,3% en agosto sobre julio, frente a los pronósticos de los analistas de un 0,5%, pero "se situó pese a todo en el marco de lo esperado", afirma Azusa Kato de BNP Paribas. Ello se debe al aumento en un 5,6% de la manufacturación de componentes eléctrónicos, incluidos semiconductores, el mayor desde 1998, debido, entre otros, a las mayores compras de televisiones de pantalla plana en las vísperas de los juegos olímpicos en Atenas. Para septiembre, las autoridades japonesas han duplicado su previsión de producción industrial, al fijarla en un 1,3%, pero en octubre prevén que habrá una disminución hasta el 0,5 por%.

Persiste el paro

La tasa de desempleo, por su parte, fue en agosto de un 4,8% al bajar un 0,1% respecto a julio, pero superior al 4,6% de junio. "En lugar de aumentar su ritmo, la recuperación parece cada vez más y más débil a medida que pasa el tiempo", escribe el jefe de los economistas del Barclays Global Investors, Haydn Davies, en su informe de septiembre sobre perspectivas inversoras. En este mismo sentido también se expresa Shinichiro Kobayashi, del instituto del UFJ, el cuarto banco japonés, que considera que "la recuperación se acerca a su techo". "Creo que la recuperación avanza sostenidamente, pero su ritmo puede estar decreciendo", según el portavoz gubernamental, Hiroyuki Hosoda.

Para los analistas del instituto de Mizuho, la primera entidad bancaria japonesa, la mayor lentitud en el crecimiento se deriva de la reducción de la demanda de aparatos digitales tras los juegos de Atenas y de la caída del crecimiento global.

Aunque el buen desarrollo de la economía japonesa se basa en la demanda nacional (el consumo privado, que contribuye con el 55% a la economía) y de la extranjera, ésta es, a su vez, dependiente del precio de las materias primas y de los vaivenes del precio del crudo, recuerdan los analistas. A pesar de que Japón importa el 86% de su energía, su eficente uso de ella aplaca los efectos negativos de las subidas del precio del crudo.

Algunos expertos advierten de que a la locomotora japonesa se le puede acabar el vapor si decae la demanda de Estados Unidos, el primer mercado nipón, y de China, su segundo destino, pero también reconocen que no parece probable una recesión cíclica como las que ha sufrido en la última década. Otros expertos basan el crecimiento económico, a diferencia de otras periódicas recuperaciones, no a las mayores exportaciones debido a una moneda más débil ni tampoco a los programas estatales para la coyuntura, si no, fundamentalmente, a una mayor disposición a invertir por parte de las empresas.

El principal barómetro de esa disposición es el Tankan, el índice de confianza de las grandes industrias del país, que alcanzó en el tercer trimestre su mayor nivel desde mayo de 1991, según los datos recientemente publicados por el Banco de Japón.

El Tankan, cuyo nombre significa perspectivas de crecimiento a corto plazo, creció hasta los 26 puntos de julio a setiembre en comparación a los 22 puntos del segundo trimestre de este año, con lo que fue el sexto trimestre consecutivo de subida, según los resultados del sondeo hecho a más de 10.000 compañías. Sin embargo, para el último trimestre del año, el Tankan vaticina una caída hasta los 21 puntos por los directivos de las grandes empresas y a los 10 puntos, en el caso de las compañías no manufactureras, lo que revela la incertidumbre del empresariado japonés sobre el futuro de la economía, afirman los analistas.

Recuperación bancaria

Algunos de los elementos positivos en el desarrollo económico japonés son la recuperación de la banca tras las crisis de crédito de la última década (que contribuyó a paralizar la economía del país), la iniciativa de Koizumi de privatizar los servicios postales japoneses -la institución financiera más grande del mundo- y la reanudación de las fusiones y adquisiciones. Este es el caso de la segunda aseguradora japonesa, Mitsui Sumitomo, que negocia con la quinta del mundo, la británica Aviva, la compra de sus negocios en Asia, excepto los seguros de vida, por más de 40.000 millones de yenes.

Tres de las cuatro entidades bancarias más importantes de Japón salieron de los números rojos en el pasado ejercicio fiscal al haber arrojado sólidos beneficios gracias a sus esfuerzos para reducir la cifra de nuevos créditos, acelerar la supresión de los créditos morosos o de dudosa devolución y del recorte de gastos, pero también a la recuperación económica nipona que ha permitido la mejora financiera de los prestatarios y de un mercado cambiario al alza. Pese a ello, los bancos continúan con su lucha para amortizar los créditos morosos que redujeron su volumen de 400.000 millones de dólares en marzo de 2002 a 242.000 millones de dólares en marzo de 2004, señalan datos del Gobierno.

El gobernador del Banco de Japón, Toshihiko Fukui, ha confirmado que su entidad seguirá manteniendo los intereses de los préstamos apenas sobre cero hasta que el país supere su problema deflacionista para así respaldar su recuperación. La deflación limita el crecimiento de los ingresos de las empresas, forzándolas así a reducir costes para aumentar beneficios.

Además, la relación dólar-yen se encuentra en una fase muy volátil después de que en otoño de 2000 se cotizara un dólar a cambio de 90 yenes y de que en mayo de 2003 la divisa estadounidense alcanzase los 140 yenes. Hay que tener en cuenta que la supremacía del euro sobre el dólar en 2000 llevó también a la superioridad de la moneda única sobre el yen, que ha disminuido con la fuerte recuperación coyuntural que se registra en Japón desde 2003. De abril a junio, en que cayó un 4,2%, fue la primera vez en que por cuarto trimestre consecutivo el yen se devaluó desde 2002, pero remontó el vuelo momentáneamente tras conocerse la previsión de la producción industrial para septiembre y los datos del informe Tankan.

El bajo precio del yen ha sido aprovechado por los inversores internacionales, que han demostrado con sus compras en la Bolsa que confían en la positiva evolución de su economía, aunque se ha enfriado la euforia de adquirir valores en Japón.

Prueba de ello es que las ventas netas de acciones realizadas por inversores extranjeros sumaron 56.700 millones de yenes (509,3 millones de dólares) en la semana del 17 de septiembre, según el Ministerio de Finanzas japonés.

De manera coincidente, el mercado de valores de Tokio registra ventas netas durante las últimas semanas, tras casi dos meses de contabilizar compras netas. El índice Nikei se elevó en un 3,2% durante los ocho primeros meses del año, es decir, por encima de Nueva York, Londres o París, pero el ritmo ha bajado y, así, su revalorización anual en agosto fue de un 7%.

Pero el índice de coincidencia para agosto se situó, por primera vez en 16 meses, por debajo del 50%; en concreto en un 38,9%, según un informe preliminar. Este índice, que combina los indicadores más importantes de la actividad económica japonesa, debe de estar por encima del 50% para reflejar una expansión de la economía. "Con el índice por debajo del 50%, el precio de las acciones se resentirá", afirma Hiroaki Kuramochi, director ejecutivo de la empresa Bear Stearns.

El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi; a su derecha, el ministro de Finanzas, SadakazuTanigaki.
El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi; a su derecha, el ministro de Finanzas, SadakazuTanigaki.AP

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