China, aquí
Más allá de la quema de almacenes de calzado asiático en Elche, es difícil no ver chinos por todas partes. El crecimiento de China está presente en cada boletín económico a la hora de explicar, junto a la guerra de Irak, la escalada de precios del crudo. Los expertos hablan de este siglo como del siglo de China y auguran que será la única potencia que rivalizará con Estados Unidos dentro de veinte años, o a lo más tardar en los años cincuenta, época en la que podría superar a Europa. China retomaría así un lugar central en la economía mundial del que fue desplazado en el siglo XIX con el desarrollo de la revolución industrial en Europa y Norteamérica.
Pero la invasión china va más allá de los productos manufacturados y de las discretas personas que los fabrican, distribuyen y venden. Aún no han llegado las naranjas de la china, pero los recelos se extienden también al sector agrícola. Los apicultores valencianos, por ejemplo, están preocupados con la apertura de fronteras a la miel china y las importantes bajadas de precios que está produciendo. De China importamos incluso bebés. No sabemos cuántos chinos hay en España, pero sí que nuestro país ocupa el segundo lugar del mundo en adopciones de chinitos. Aunque no sería de extrañar que con la reforma del código civil ocupe el primero pues, según ha explicado el ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, el Gobierno utilizará las relaciones bilaterales con Rusia y China para facilitar la adopción internacional a los homosexuales.
China nos llega a través del cine, de la literatura y de la música, como fiel reflejo de una presencia cada vez más amplia. Xu Jinglei se ha atrevido con la novela Carta a una desconocida de Stefan Zweig, que ya llevó magistralmente al cine Max Ophüls y se ha hecho con el premio a la mejor dirección del festival de San Sebastián. Zoé Valdes ha pillado los 360.000 euros del premio de novela Ciudad de Torrevieja con una historia inspirada en la vida de su abuelo chino y su viaje de Cantón a La Habana. Con el título de Guitarras de Shangai, José Luis Encina ha publicado un nuevo disco en el que fusiona la guitarra clásica con cuatro instrumentos tradicionales chinos, con adaptaciones de clásicos como Isaac Albeniz y Joaquín Rodrigo y la incorporación de canciones populares chinas con aire chill-out.
La fuerza de atracción de china se vislumbra por todas partes. La Universitat de València ha puesto en marcha clases de chino y Bancaixa ha anunciado que abrirá antes de final de año su primera oficina en Shangai. Mientras, los empresarios más dinámicos recuerdan que China es el tercer país importador del mundo (primero en materias primas), que tiene un mercado potencial de 1.300 millones de consumidores e insisten en la necesidad de convertir la amenaza en oportunidad.
Sin embargo, la imprevisión en la política industrial de los últimos años, en los que sólo en el calzado se han destruido entre 1.500 y 2.000 empleos anuales, puede convertir el Vinalopó en un peligroso caldo de cultivo para la extrema derecha. Quince días después de la quema de los almacenes chinos, Francisco Camps se ha reunido con los empresarios del calzado y se ha comprometido a incrementar el apoyo a la promoción exterior a través del IVEX (Instituto Valenciano a la Exportación), cuya acción más sonada ha sido los millonarios pagos a Julio Iglesias en paraísos fiscales, sobre los que el PP aún no ha dado una explicación. Aquellos polvos traen estos lodos.
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