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Clausurada con fiesta y polémica la incineradora de Montcada, la primera que se hizo en Cataluña

70 trabajadores se encierran en la planta para protestar por la pérdida de los empleos

La fiesta con la que se tenía que celebrar el cierre oficial de la primera incineradora de Cataluña, la de Montcada, que se empezó a construir en 1973 -el mismo año en el que abría el vertedero del Garraf-, no fue tan festiva como deseaban los políticos. Hubo cambio de escenario y los discursos apenas se podían oír por el ruido ensordecedor de las trompetas de los 70 trabajadores encerrados en la planta, que protestaban porque se celebraba una fiesta cuando algunos se quedan sin trabajo. El alcalde de Montcada mantuvo el festejo, bajo el lema Adiós incineradora, bienvenido Ecoparc 2.

La música pachanguera acabó batallando con el sonido de las protestas, se suspendieron algunos de los espectáculos, pero el alcalde de Montcada, el socialista César Arrizabalaga, insistió en celebrar, bajo el lema Adiós incineradora, bienvenido Ecoparc 2, lo que venían pidiendo desde hace ya 15 años entidades, ciudadanos y políticos: el cierre de la planta incineradora de residuos sólidos urbanos del polígono de la Ferreria, en Montcada i Reixac. La planta, hasta el pasado 30 de septiembre, recibía cada año unas 50.000 toneladas de residuos de las poblaciones de Montcada, Ripollet, Cerdanyola, Tiana, Santa Coloma, Badalona y Sant Adrià de Besòs. La fecha del cierre se fijó mediante un acuerdo con la Entidad Metropolitana de Medio Ambiente (EMMA): a cambio de cerrar la incineradora, Montcada cedía los terrenos para construir una nueva planta de tratamiento de residuos, el Ecoparc 2, que funciona desde enero de este año.

Pese que la incineradora fue corrigiendo algunos de sus defectos a lo largo de los años y, según el gerente de la EMMA, Carles Conill, cumplía con todas las normativas europeas, siempre levantó suspicacias entre los ciudadanos. De hecho, un informe de 1993, realizado por los laboratorios alemanes TÜV Reheinland, aseguraba que se requerían medidas correctoras urgentes para disminuir el nivel de contaminantes en la atmósfera, especialmente de varios ácidos, dioxinas y furanos. Si en la mayoría de los países europeos el límite máximo de dioxinas y furanos era de 0,1 miligramos por metro cúbico, de la planta de Montcada salían 200. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció en 1997 el efecto cancerígeno de las dioxinas.

El Ayuntamiento de Montcada recibió en 1994 información de que en la planta no sólo se quemaban residuos domésticos, sino también alguno industrial y medicinas caducas. Todo ello llevó a que se sucedieran las manifestaciones, algunas de las cuales consiguieron congregar a 2.000 ciudadanos, y las protestas. Greenpeace ocupó la planta en agosto de 1996 y aquel mismo año el Ayuntamiento exigió que, como muy tarde, el cierre tenía que producirse en 1999. Pero lo único que pasó aquel año fue que la incineradora se modernizó con un lavado de gases. En diciembre de 2000 se llegó a un acuerdo con la EMMA para instalar el Ecoparc y cerrar definitivamente la planta. En 2002 también se desmanteló la planta de residuos hospitalarios, que tenía que tratar los de 80 hospitales de Barcelona, pero nunca llegó a funcionar y se vendió por 225.000 euros a Tampico (México). Ahora el objetivo es vender asimismo las piezas de la histórica y polémica incineradora.

Del cierre de la planta y de las movilizaciones que lo han precedido hay que sacar "varias lecciones", aseguró el consejero de Medio Ambiente y Vivienda, Salvador Milà. Una de ellas es que "no se puede engañar a la gente". A Milà se le empiezan a acumular escándalos medioambientales "Ahora hemos empezado a levantar la alfombra, tenemos que resolver problemas históricos muy graves que tendremos que pagar en los próximos años".

Ayer fue, según el alcalde de Montcada, "un día histórico". Los alcaldes de Ripollet y Cerdanyola también celebraron la desaparición de una instalación "obsoleta y anticuada", y dieron la bienvenida al Ecoparc 2.

Esta nueva planta de tratamiento de residuos, que podrá procesar unas 240.000 toneladas al año y para algunos es la panacea, tampoco ha contado con el beneplácito de parte de la ciudadanía. Su función es "transformar la basura en compostaje, residuos reciclables y energía", según el gerente de la EMMA. Pero hasta ahora sólo puede tratar "la mitad de los residuos que llegan", el resto va a parar directamente al vertedero del Garraf. El Ecoparc 2 recibe la basura de Montcada, Cerdanyola, Ripollet, Tiana, Sant Adrià de Besòs y Badalona. Uno de los requisitos para que este tipo de plantas funcione es que la basura llegue separada, y sólo cuatro de estas poblaciones realizan la recogida selectiva.

Mientras que algunas entidades ecologistas defienden este tipo de plantas, otros las tachan de ineficaces. El Ecoparc 2 ha sido uno de los principales quebraderos de cabeza del alcalde de Ripollet, el socialista Juan Parralejo, en los últimos cuatro años. Pese a que la planta está en territorio municipal de Montcada, queda mucho más cerca de la población de Ripollet, y desde que se anunció su construcción ha habido movilizaciones en contra. La crispación llegó hasta tal punto que Parralejo llegó a acusar a dos de los portavoces del movimiento vecinal contrario a la planta, la Plataforma Vallès Net, de hasta cinco delitos, uno de ellos de "sedición".

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