Reforma del Estatuto
El debate de la Constitución y el Estatuto, un vez más, nos viene impuesto desde el exterior. Aun así, estos temas podrían reactivar una vida política sedada en el Hospital de las Cinco Llagas y dirigida por enterradores desde el palacio de San Telmo.
No se puede plantear ninguna alternativa que nos sea útil desde el agravio comparativo, y mucho menos hurtar el debate en base a la intocabilidad de la Constitución, como si ésta fuese un texto muerto. Ambas posiciones nos distraen de la cuestión real, son consciente o inconscientemente cortinas de humo.
Los pilares sobre los que se tiene que basar nuestro debate pasan por discutir cuál es la situación real de la sociedad andaluza, cuáles son nuestras necesidades como colectivo, qué alternativas viables tenemos para modificar la realidad en la que vivimos y dotarnos de un proyecto común. Y desde ahí plantearemos la modificación de la Constitución o el Estatuto si es necesario.
Evidentemente, los jugadores que hemos tenido hasta hoy, por lo menos en materia socioeconómica, no nos han sacado de la segunda división o de la tercera, según se mire. Pruebas de ello nos las da el nuevo Anuario Económico de España elaborado por la Universidad Autónoma de Madrid y la Caixa. Si queremos avanzar, esta plantilla no nos vale. Habrá que pedirle a los que pueden intervenir que lo hagan.
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