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Reportaje:

El desastre es la deforestación

La tala de árboles por la agricultura y la falta de energía aumenta el peligro de inundación

"Este desastre se veía venir, no es ninguna sorpresa", asegura Salvano Briceño, el director venezolano de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD), una agencia de la ONU basada en Ginebra. "En Haití, los factores de riesgo aumentaron de tal forma que cualquier amenaza natural desencadena una catástrofe", explica.

En el Informe Mundial sobre la Reducción de Desastres Naturales de 2004, Haití aparece como uno de países con el indicio de riesgo más elevado del planeta. En el siglo XX, la isla ha sufrido un total de 16 huracanes, 25 fuertes inundaciones, un grave terremoto y siete sequías, en los que murieron más de 15.000 de personas. Sin remontarse tan lejos, las lluvias torrenciales que asolaron el país el pasado mayo causaron fuertes inundaciones en las que perdieron la vida más de 1.200 personas.

Dos principales factores explican la extrema vulnerabilidad del país ante las inundaciones, explica Briceño: la intensa deforestación y el éxodo rural. La deforestación se debe a las necesidades agrícolas de una población que crece a un ritmo del 2% anual y que "necesita talar los bosques para poder sembrar", dice el director de la EIRD. Además, en Haití el 70% de la energía, tanto doméstica como industrial, proviene de la madera y del carbón, según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La reciente subida de los precios del petróleo amenaza con aumentar la presión sobre unos recursos forestales que, "en términos prácticos, están agotados", añade el Programa. A las necesidades cada vez mayores de la población hay que añadir que "no hay ningún tipo de coordinación en materia de gestión de los recursos naturales", subraya el Marco de Coordinación Interino, una agencia que coordina la ayuda internacional.

La deforestación tiene como consecuencia el aumento de la erosión y de la inestabilidad de los suelos, explica Salvano Briceño. En caso de fuertes lluvias -un fenómeno corriente en esta zona de huracanes- las inundaciones y corrimientos de tierra son inevitables.

Otro problema, añade el director del EIRD, es que las ciudades han crecido de forma extremadamente rápida y anárquica, como en el caso de Gonaives, la localidad más golpeada por las últimas inundaciones. Muchos habitantes han construido sus casas en zonas inundables, lo que, en caso de catástrofe, dispara el número de víctimas.

El PNUD alerta de que la vulnerabilidad de la población ha aumentado de forma preocupante en los últimos años. La rápida degradación de la economía, la persistencia de la crisis política, y el deterioro del medio ambiente son las principales causas de esta aceleración. "La ayuda internacional siempre llega cuando hay una catástrofe, pero si no recibimos ayuda a largo plazo, siempre habrá más desastres", lamenta Briceño.

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