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Reportaje:

Abuelos al rescate

La mayoría de las 1.500 familias que sufren la huelga de las guarderías de Vitoria recurre a los mayores para resolver la situación

"He tenido que llamar a mis padres para que regresen de sus vacaciones a cuidar de mi hijo, porque yo no puedo dejar el trabajo y mi marido tampoco". Éste es el testimonio de Andrea Martínez, una de los centenares de madres afectadas por la huelga de las educadoras de las escuelas infantiles municipales de Vitoria, que desde el pasado 8 de septiembre ha dejado sin servicio a cerca de 1.500 niños de entre cero y tres años. La situación se vuelve cada vez más difícil por momentos en algunas de las familias afectadas. Y en esta coyuntura, los abuelos se han convertido en la principal tabla de salvación y han acudido al rescate.

Andrea Martínez no quería, pero al final no tuvo más remedio que llamar a sus padres para que acortasen sus vacaciones en Torrevieja (Alicante) y le echasen una mano con su pequeña, a punto de cumplir dos años. "Ni mi marido ni yo podemos permitirnos una excedencia y, mucho menos, pagar a alguien para que se encargue de la pequeña. No sé quien tiene la culpa, si el alcalde o las trabajadoras. Sólo quiero que abran las escuelas".

"He cruzado las agendas de mi madre, cuñada y hermana para cuidar al crío", dice un padre

El mensaje de desesperación de Andrea es compartido por otros muchos padres. Es el caso de Iñaki Casas. Su hijo Borja, de 20 meses, pasa tres días con la abuela, otro con la hermana de Iñaki y el quinto con su cuñada mientras dura la jornada laboral de los dos padres. "Cuando vi como se estaban poniendo las cosas [el anuncio de huelga de las educadoras] reuní a mi familia y crucé las agendas laborales de mi madre, mi cuñada y mi hermana para ver qué huecos tenían cada una para cuidar a Borja", explica con pesar. Casas es consciente de que no es la mejor solución porque "la abuela pasa de disfrutar del nieto a hacerse obligatoriamente cargo de él. La familia lo hace con gusto, pero no pueden cargar con esa responsabilidad durante mucho tiempo". A la espera de que se resuelva el conflicto, ya se está planteando la posibilidad de contratar a alguien.

Manoli González y Alberto González de Viñaspre también pensaron en contratar a alguien, pero, por ahora, los abuelos de su hijo Ibai, de dos años, resuelven la situación. "Reparten el tiempo entre los dos nietos que tienen, pero llega un momento en que tienen que estar con los dos y ya no pueden disfrutar de la misma manera. Día tras día, al final se puede convertir en un sacrificio para ellos, que se tienen que acomodar a nuestros horarios", se lamenta ella.

Susana Basoko está invirtiendo parte de la excedencia que pidió en su trabajo con la intención de preparar oposiciones para cuidar de su hijo menor, que cumple dos años el próximo octubre. "Al menos la huelga me ha pillado a mí en casa. También cuento con la ayuda de los abuelos, pero no pierdo de vista que tengo que preparar las oposiciones, que es para lo que solicite la excedencia". Basoko ya veía venir el conflicto desde finales del pasado curso, cuando las educadoras convocaron días de huelga aislados. "El alcalde y la oposición son más culpables que las trabajadoras de lo que está pasando. Los políticos cobran por llegar a acuerdos, pero en este tema, cero pelotero. Antes había un modelo educativo y gustaba, pero ahora nadie sabe lo que hay", protesta. En lo único que coincide esta madre con el equipo de gobierno municipal es en que las guarderías amplíen el horario actual.

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