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VISTO / OÍDO
Columna
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Gobernar para todos

Cuando cambia un régimen, los que le votaron creen que ha cambiado para ellos. No es siempre cierto. La República: los intelectuales que creyeron que era una suave inspiración ateniense se disgustaron -Ortega, Marañón-, y el Seisdedos que creyó en Casas Viejas que era para salir de su atroz situación campesina sacó su escopeta y le mataron a él y a su familia. Como a los mineros de Asturias los republicanos afastiszados Gil Robles y Lerroux mandaron contra ellos unos militares -Franco- que le cogieron gusto a matar y convirtieron su ensayo de represión en guerra asesina cuando perdieron las elecciones. Cuenta Alejo que en las Antillas francesas creyeron que la revolución de 1789 era también para ellos: llegaron los franceses revolucionarios y les exterminaron. Aún no se han aclarado, y ahora mandamos tropas a Haití para que les convenzan de que su pobreza no tiene liberación posible. Creyeron los trabajadores de los astilleros que la expulsión de Aznar iba a librarles del cierre. No es así, y están en batalla con heridos graves: como antes. Los regímenes cambian, las fuerzas antidisturbios son las mismas.

Aclaraciones: esto no es un cambio de régimen, sino de Gobierno, que no puede abolir las leyes acumuladas, ni cambiar la economía del gobierno anterior. Su peor problema es el enemigo aznárido, que no acepta su caída de ángel malo y tiene más medios para acorralar que votantes: es el partido rico. No digo que el socialista tenga vocación de pobre: pero es más pobre que el que tiene los "poderes fácticos". Con más poder judicial y fiscal, con escuelas de demagogos, con los manipuladores del infierno. Otra aclaración: la derecha ha creado un país fragmentado donde todos somos enemigos para que la mejora de alguien sea el deterioro de otro. Veamos: nadie ha hecho más por la mujer que este Gobierno, pero no puede evitar las razzias de putas del Ayuntamiento de Madrid, con alegría de la vecindad. Y si pretende que la custodia de los hijos de divorciados se reparta, las asociaciones feministas se indignan. Las manifestaciones de padres tienen su punto de vista: ellas quieren los hijos para quedarse con el domicilio y obligar al marido a pasar pensiones que ellos consideran fantásticas.

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