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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vísperas en Kabul

La Administración de Bush está enfangada en el futuro de Irak, donde teóricamente deben celebrarse elecciones legislativas el próximo enero. Pero mucho antes, el 9 de octubre, EE UU, la OTAN y la comunidad de países que aportan soldados a la fuerza multinacional de la ISAF (España contribuye con un millar) se juegan su prestigio con la supervisión de los comicios presidenciales en Afganistán, en los que participa el actual líder del atribulado país, Hamid Karzai, principal favorito, y una veintena de rivales, muchos de los cuales han solicitado el aplazamiento. A juzgar por el curso de los acontecimientos, no es imprudente compartir ese escrúpulo ante la falta de seguridad y la incapacidad del Gobierno de Kabul para controlar la situación. Y eso pese a que el ritmo de inscritos con derecho a voto marcha bien. Se han registrado ya 9 de los 10 millones censados por la ONU.

En las últimas semanas se han producido ataques contra ONG, empleados de la ONU y de Kabul tras la decisión del Gobierno de limar el poder de los señores de la guerra. La sede de Naciones Unidas en Herat, en el oeste del país centroasiático, ha sido arrasada después de que Ismail Jan, gobernador de la provincia y principal señor de la guerra, fuera destituido por Karzai. Éste, a su vez, ha sido objeto de un atentado frustrado con morteros a manos de talibanes.

Hasta ahora Karzai había eludido inmiscuirse en el poder de los líderes provinciales, implicados en la corrupción y el cultivo y exportación de droga. El 90% de la heroína que se distribuye en Europa procede de Afganistán. La fragilidad política y la inseguridad persisten pese al derribo del régimen talibán tras el 11-S. El mayor peligro se encuentra en el sur y en el este, donde están los 10.000 soldados de EE UU. La ISAF, bajo el paraguas de la OTAN, con unos 8.000 efectivos y comandada desde agosto por el Eurocuerpo (Alemania, Bélgica, España, Francia y Luxemburgo), se halla principalmente en la capital y en áreas más seguras. Y se equivocan aquellos gobiernos que piensan que su misión habrá terminado tras supervisar las elecciones de octubre y las parlamentarias de la próxima primavera. Afganistán necesitará durante mucho tiempo una presencia militar internacional.

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