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El lento despertar saudí al terrorismo

El régimen de Riad afronta el problema con medidas policiales pero no ataca sus raíces

Ángeles Espinosa

El general Mansur al Turki recibe fuera de su despacho para evitar "las enormes medidas de seguridad" que rodean el Ministerio del Interior. Los bloques de cemento, el alambre de espino y las tanquetas en torno a edificios oficiales y sedes extranjeras son el signo más visible de lo que ha cambiado Arabia Saudí en el último año y medio. Varias decenas de policías han muerto combatiendo a los militantes islamistas responsables de los atentados que han matado a casi noventa extranjeros. El mero nombramiento de un portavoz de Interior es un avance en un país aferrado a sus tradiciones y cerrado sobre sí mismo. Pero para los saudíes más liberales, no se están atacando las raíces del problema.

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"En un país de 26 millones de musulmanes, el comportamiento de unos pocos centenares no puede ser tomado como representativo de toda la sociedad. No podemos culpar a la sociedad o a la educación", defiende el general Mansur. En su opinión, el fenómeno terrorista que hoy viven Arabia Saudí y otros países "se originó en Afganistán, donde la comunidad internacional apoyó a los muyahidin contra la ocupación soviética". Luego, tras el desmantelamiento del régimen talibán bajo el que habían encontrado amparo para crear el Estado islámico que anhelaban, "se dispersaron por sus países de origen".

Es la explicación oficial saudí para un fenómeno que con-mocionó al mundo el 11-S, pero sobre el que Arabia Saudí no se dio por aludida hasta dos años después. "Somos nosotros los que hemos producido ese monstruo con nuestra cultura, nuestro sistema de enseñanza y nuestros predicadores", reconoce sin embargo Raid Qusti, director de la Redacción en Riad del diario Arab News, confirmando la opinión de muchos analistas extranjeros. Qusti está convencido de que "no se están atacando las raíces".

Los saudíes despertaron al problema terrorista el 12 de mayo de 2002. "Hasta entonces no es que lo apoyaran, pero la cosa no iba con ellos e incluso algunos no ocultaban una cierta simpatía", declara un diplomático occidental. Ese día tres atentados casi simultáneos contra sendas urbanizaciones de Riad causaron 26 muertos, además de los nueve suicidas.

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Pero no fue hasta el 8 de noviembre -cuando un nuevo ataque contra otro complejo residencial puso de relieve que las víctimas no eran sólo extranjeros, o no musulmanes- cuando se generalizó la indignación. Al Muhaya era un objetivo saudí y eso produjo "un cambio de opinión", según los observadores.

"Las autoridades están luchando en varios frentes", coinciden en señalar varias fuentes. Por un lado, el puño de hierro ha dado lugar a muchas detenciones y a enfrentamientos con sospechosos que han dejado numerosas bajas entre las fuerzas de seguridad. Por otro, ha puesto en marcha una campaña de relaciones públicas en la que importantes figuras religiosas y debates en televisión hablan sobre la yihad y de que el terrorismo es contrario a los principios del islam.

Sin embargo, los propios saudíes se muestran muy críticos con el cauteloso enfoque oficial. "La policía está haciendo un buen trabajo, pero las instituciones religiosas aún no llaman a las cosas por su nombre: no hablan de terroristas, sino que se refieren a ellos como 'desviados', les piden que regresen a la sociedad y rezan para que se vuelvan razonables", asegura Qusti. Este periodista expresa su preocupación porque "la ideología del kafir (infiel) sigue presente en los libros de texto, en la cultura, en el estilo de vida".

"Cuando el 12 de septiembre de 2001 pregunté a mis alumnos su opinión sobre lo sucedido en Nueva York, la mayoría me manifestaron su aprobación", recuerda aún escandalizado un profesor universitario saudí que se encuentra apartado de la cátedra por haber publicado algunas críticas al régimen en Internet. Los jóvenes, entre 19 y 21 años, le justificaron su apoyo porque "las víctimas pagaban impuestos".

En su lucha por un Estado islámico puro, Osama Bin Laden ha criticado reiteradamente a los "infieles que pagan impuestos", algo que, como el cobro de intereses, los más rigoristas consideran prohibido por el Corán. Y Osama era, y sigue siendo, muy popular entre los jóvenes saudíes. Pero de compartir su oposición a los impuestos a condonar el asesinato masivo de civiles, hay un salto mental difícil de comprender. "Es el resultado de años de adoctrinamiento", defiende el profesor.

"En la medida en que desde la escuela no se reconocen los derechos del otro, del diferente, se eliminan la barreras morales y no es de extrañar que a los 15 o 16 años los chavales quieran matar a cualquiera que sea distinto", añade.

Vehículos destruidos en un ataque contra un complejo de viviendas de Riad en noviembre de 2003.
Vehículos destruidos en un ataque contra un complejo de viviendas de Riad en noviembre de 2003.AP

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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