La ONU alerta de que tres millones de indigentes malviven en Europa

Desde finales de la II Guerra Mundial no se habían contabilizado en Europa occidental una cantidad tan grande de indigentes durmiendo en la calle. El pasado invierno fueron unos tres millones, según el informe El estado de las ciudades del mundo 2004-2005, que ayer presentó UN-Habitat, el programa de la ONU para los asentamientos humanos, en el marco del Foro Urbano Mundial que se celebra en Barcelona. El informe alerta de que si no se toman medidas, en 2030 habrá 2.000 millones de personas hacinadas en suburbios de las grandes ciudades, el doble de las que hay ahora.

El crecimiento de la pobreza y, también, de las desigualdades sociales impregna todo el informe, aunque éste intenta contrastar los constantes datos deprimentes con noticias positivas de avances en diferentes aspectos, así como con apartados dedicados a los buenos ejemplos que seguir. Pero es evidente que incluso en las sociedades más avanzadas la pobreza avanza también en las zonas urbanas. Según los cálculos de UN-Habitat, el año pasado en Estados Unidos había 3,5 millones de personas sin hogar, de las cuales alrededor de un millón eran niños. Según los redactores del informe, dirigidos por el zimbabuense Naison Mutizwa-Mangiza, el 15% de la población de la Unión Europea está en situación de riesgo de caer en la pobreza. La mayoría, como sucede en todo el mundo, son mujeres, y también aumenta el número de niños indigentes.

Si esto sucede en el opulento Primer Mundo, en el resto las cosas aún son más alarmantes. La excepción es la zona de Asia y el Pacífico, donde, pese a haber todavía 250 millones de pobres en zonas urbanas, la situación ha mejorado mucho en las últimas décadas, y si en 1970 la expectativa de vida era de 48 años y más de la mitad de la población estaba sumida en la pobreza, hoy el porcentaje de pobres es sólo del 25% y la expectativa de vida es de 65 años. Esta zona es la que más se ha beneficiado de la globalización gracias a que ha atraído a muchas empresas.

En el África subsahariana, en cambio, la situación es cada vez más caótica, con un ritmo de crecimiento de la urbanización comparable a la de las ciudades occidentales de finales del siglo XIX que va acompañada del consiguiente aumento de la pobreza. En Latinoamérica, las desigualdades sociales son las más extremas del mundo y siguen aumentando.