El presidente de China dice que nunca adoptará la democracia occidental
Hu Jintao asegura que el sistema multipartidista llevaría al país a un callejón sin salida
En plena apertura económica y cuando todo apuntaba a una mayor flexibilización del régimen de cara a la celebración de los Juegos Olímpicos, en 2008, el jefe del Estado y secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh) señaló que las prácticas democráticas occidentales, tales como la separación entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, así como las elecciones multipartidistas, no tienen cabida en el sistema chino.
Hu hizo estas declaraciones con motivo del 50º aniversario de la fundación de la Asamblea Popular Nacional (APN) y un día antes del inicio de la reunión anual del Comité Central del PCCh, que durante cuatro días tendrá lugar en Pekín.
"La revolución democrática burguesa liderada por el doctor Sun Yatsen en 1911 puso fin a la milenaria monarquía autocrática, inició la revolución democrática nacional moderna en sentido real y abrió la puerta al progreso de China. Sin embargo, fracasó a la hora de cambiar la naturaleza de la vieja China y el destino de los chinos porque (...) no pudo asegurar los derechos de la gente y fue derrotada por las fuerzas reaccionarias", dijo Hu Jintao en el Gran Palacio del Pueblo, sede de la APN, en la plaza de Tiananmen.
Además, aseguró -como prueba de la no adaptabilidad de la democracia occidental al gigante asiático- que los sistemas políticos introducidos posteriormente en "la vieja China" (la República nacionalista establecida entre 1911 y 1949) continuaron representando sólo los intereses del imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático y "el pueblo permaneció de forma miserable oprimido, esclavizado y explotado". Pero que el comunismo fue la salvación y el PCCh "recibió lógicamente la misión histórica de liderar al pueblo chino en el gran cambio".
El discurso de Hu Jintao, de tres cuartos de hora de duración, fue transmitido en directo por televisión y llegó cargado de contenido la víspera del inicio de la sesión anual de los 198 miembros del Comité Central del partido, una de las más altas instancias de poder del país. El cónclave, en el que según analistas y observadores políticos no se prevé que haya grandes anuncios, llega rodeado de especulaciones sobre la posibilidad de que el predecesor de Hu, Jiang Zemin, ceda la presidencia de la Comisión Militar Central, un importantísimo cargo en el que el anciano dirigente pretende atrincherarse.
La loa de Hu a las ventajas del actual sistema estuvo acompañada, sin embargo, de una seria advertencia sobre los peligros de la corrupción. "Ejercer el poder sin restricción o supervisión es garantía de abuso y corrupción. Debemos incrementar y reforzar el trabajo de vigilancia", afirmó. Líderes políticos y académicos han avisado en los últimos años de que el partido se enfrenta a la autodestrucción si no pone freno a la corrupción, una lacra que contribuyó a la caída de muchas dinastías en China. Máximo en un país cuya creciente clase media desearía ver mayores libertades.
Prácticas corruptas
El PCCh, fundado en 1921 y omnipotente desde la fundación de la República Popular, en los últimos años ha ensayado algunos pequeños cambios políticos para contener las prácticas corruptas en la Administración. Tras dos décadas y media de reformas económicas y una veloz transformación capitalista, la percepción de que los funcionarios del Gobierno y los miembros del partido se han enriquecido gracias a sus conexiones con el poder -a menudo a costa de la gente de la calle- está ampliamente extendida entre la población.
Hu arremetió contra algunos funcionarios tanto de la Administración central como de provincias, a los que acusó de no aplicar las leyes. "El proteccionismo local, el abuso de poder y la corrupción han dañado gravemente la imagen del partido y del Estado", dijo. La reunión del Comité Central girará sobre la visión de Hu para perpetuar el mandato del PCCh. Por el lado de la apertura política, poco ha habido hasta ahora. Aunque las autoridades han introducido elecciones directas en más de 660.000 pueblos en todo el país, se niegan a convocarlas a niveles más altos y prohíben la formación de nuevos partidos políticos. Cualquier movimiento que pueda poner en peligro la supervivencia del PCCh es rápidamente atajado.
Duelo entre bambalinas
Pese al férreo control que ejerce el Gobierno chino de los medios de comunicación, algunos indicios sutiles en los arcanos del poder pequinés parecen denotar un incremento de la tensión entre el jefe del Estado, Hu Jintao, y su predecesor Jiang Zemin, que sigue siendo presidente de la Comisión Militar Central, uno de los cargos más importantes del país.
Las disensiones, según observadores políticos, afloraron durante las celebraciones del centenario del nacimiento de Deng Xiaoping, el artífice de la reforma y apertura del país. Deng, veterano conocedor de los avatares del poder chino -que experimentó personalmente- no sólo escogió a Jiang para que se hiciese cargo del destino de la República Popular, sino que prolongó la línea sucesoria en Hu Jintao. Está por ver, si como estaba previsto, Jiang cederá en esta reunión del Comité Central del Partido Comunista Chino la presidencia de la Comisión Militar Central a Hu.
La agencia de noticias Xinhua publicó una foto, aparentemente maquillada, en la que se veía a Deng Xiaoping y Hu Jintao estrechándose las manos ante un fondo oscuro, bien calculado para resaltar el papel del hoy presidente como su heredero. Días después, sin embargo, la revista Panorama, controlada por Xinhua, hacía público lo que parecía el original de la instantánea. En ella, Deng y Hu estaban rodeados de dirigentes y justo detrás, entre ambos, estaba Jiang Zemin, como indicando que era el eslabón de unión entre los dos líderes, y lo que es más significativo, que la foto sigue existiendo.
Chi Haotian, ex ministro de Defensa, escribió un artículo en el periódico del partido Qiushi en el que hacía una crítica velada a Jiang. "Cualquier interés personal o de una parte del grupo debe estar subordinado incondicionalmente al trabajo del partido", dijo.
Pero los dos dirigentes parecen estar de acuerdo en que la prioridad del país es la estabilidad, y Hu podría verse obligado a seguir esperando a que Jiang se baje de la Comisión cuando lo crea oportuno. Un indicador de las relaciones de poder será si el vicepresidente chino, Zeng Qinghong, es nombrado también vicepresidente de la Comisión Militar. Zeng, un hombre de Jiang Zemin y rival político de Hu, podría jugar un papel clave en caso de que el actual presidente chino diera un traspié o sufriera algún problema de salud.
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