Las sirenas de la noche

La carta de Francisco Javier Meco publicada en este mismo diario el 1 de septiembre de 2004 merece algunas reflexiones. El parque de bomberos al que hace referencia se comenzó a construir en 1902, comenzando su pleno funcionamiento en 1906. Esto me hace pensar que es vecino del parque y no al revés. Dicho de otro modo: cuando usted se instaló en su actual vivienda, el parque ya llevaba algunos años en funcionamiento.

Tiene usted razón en quejarse del volumen estridente de las sirenas, pero a pesar de la "parafernalia" y "lucerío" que las caracterizan y del "tráfico casi inexistente" de la noche, los accidentes de circulación más graves con otros vehículos se producen, precisamente, en el periodo nocturno porque "no les ven ni les oyen".

Los bomberos de Madrid, especialmente, procuran siempre molestar lo menos posible a sus conciudadanos, pero las características de su trabajo exigen ciertos tributos que debemos asumir, por el bien de todos.

No quiero desaprovechar la oportunidad de tranquilizar su conciencia aclarándole que esa "parafernalia de sirenas" a alguien le suena a lejana melodía celestial aproximándose rápidamente en su auxilio.

Y como la ocasión la pintan "calva", aclarar que, mientras suenan sus sirenas, los bomberos no están jugando al parchís precisamente.