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VIOLENCIA EN IRAK

Hombres armados secuestran a dos italianas en pleno centro de Bagdad

Las rehenes Simona Pari y Simona Torretta trabajan para una ONG en la capital iraquí

Ramón Lobo

Una veintena de personas armadas con Kaláshnikov y pistolas con silenciador secuestraron ayer en su oficina de Bagdad a dos cooperantes italianas -Simona Pari y Simona Torretta, de la ONG Puente a Bagdad- y a dos iraquíes, un varón y una mujer, de la ONG InterSOS, que se hallaban en las dependencias. La policía estableció anoche numerosos controles en el centro de la capital en busca de los asaltantes. Italia tiene 2.700 soldados en Nasiriya, al sur. En dos secuestros anteriores de ciudadanos de este país, los captores exigieron la salida de sus tropas de Irak a cambio de la vida de los rehenes.

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El hecho de que los asaltantes emplearan pistolas con silenciador hace pensar a las autoridades que se trata de un trabajo profesional, de personas que fueron a esa oficina sabiendo lo que buscaban y con el único objetivo de llevarse consigo al personal extranjero. No coincide, según las primeras informaciones, con el patrón de los ataques contra occidentales fuera de Bagdad. Los guardas de la puerta no pudieron hacer nada porque carecían de armas de fuego. Una de las mujeres pidió auxilio a gritos cuando era arrastrada fuera del edificio, asegura otro testigo. Pari tiene 29 años y Torretta, 27.

Jean Domique Bunel, encargado de coordinar a las organizaciones de ayuda humanitaria que trabajan en Irak, aseguró a Reuters que los guardianes vieron a dos personas bien vestidas y armadas en las proximidades del edificio poco antes del ataque. La ONG Puente a Bagdad desarrolla un programa de ayuda en la capital (sobre todo en el arrabal más pobre, el de Ciudad Sáder) y en Basora, al sur, para mejorar el estado de los colegios.

Una fuente de la Embajada italiana en Bagdad dijo anoche carecer de información sobre el secuestro, que ocurrió en una concurrida calle de la capital, muy cerca de un hospital.

Cien extranjeros

Desde abril, más de 100 extranjeros de 24 nacionalidades han sido capturados en Irak, de los que al menos 22 fueron asesinados. En agosto mataron al periodista italiano Enzo Baldoni, que desapareció en la localidad de Latifiya, a 30 kilómetros al sur de Bagdad, cuando viajaba a Nayaf para cubrir el levantamiento del clérigo Múqtada al Sáder y su Ejército del Mahdi. Y en abril asesinaron al guarda privado de seguridad Fabrizio Quattrocchi mientras que sus tres compañeros fueron posteriormente liberados.

El secuestro de ayer en Bagdad añade temores por la suerte de los periodistas franceses Christian Chesnoy y Georges Malbrunot, en manos del Ejército Islámico de Irak desde el 20 de agosto. El lunes sus captores exigieron el pago de cinco millones de euros. Es la respuesta a los ataques norteamericanos del fin de semana sobre la peligrosa Latifiya en busca de los dos informadores. Según la información facilitada por el Gobierno provisional del primer ministro, Ayad Alaui, 500 sospechosos fueron detenidos, aunque ninguno de ellos extranjero.

Bagdad es una ciudad peligrosa, donde el riesgo resulta invisible y alcanza por igual a iraquíes y extranjeros. Los insurgentes no diferencian las nacionalidades de antemano. Buscan occidentales. Hay informantes en algunos hoteles y en las carreteras, los niños que venden plátanos o pañuelos de papel pueden ser los delatores. Después, visto el pasaporte, el grupo elabora la coartada política o monetaria. Es el terror indiscriminado que, lejos de amainar con el traspaso de poder a un Gobierno provisional el 28 de junio, aumenta cada día.

Nada más conocerse el secuestro de las dos cooperantes italianas, el Gobierno de Silvio Berlusconi convocó una reunión extraordinaria del gabinete de crisis, en el que participaron varios ministros y los servicios secretos italianos, informa desde Milán Vanessa Lerín.

Diversas organizaciones pacifistas convocaron vía Internet una "sentada silenciosa" delante del Gobierno italiano para solicitar su empeño en la liberación de las dos mujeres y para manifestar su apoyo a las familias de ambas. El llamamiento fue seguido por numerosas personas. Otras ciudades italianas también convocaron manifestaciones similares. Los familiares de las dos voluntarias han expresado su temor y sorpresa, ya que en ningún momento se habían sentido amenazadas. No tenían escoltas y no había ninguna persona armada a la puerta de la oficina donde se produjo el asalto. La noticia del secuestro fue recibida con gran preocupación por todo el país, donde todavía escuece el reciente secuestro y asesinato del reportero Enzo Baldoni.

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