La insurgencia gana terreno
Las tropas estadounidenses pierden el control de las principales ciudades del 'triángulo suní'
En una reunión reciente con un grupo de jeques tribales, un general estadounidense habló con frustración acerca de la última ciudad en caer en manos de los insurgentes. "Ni un céntimo de los contribuyentes de EE UU vendrá a vuestra ciudad hasta que no nos ayudéis a derrotar a los terroristas", dijo el general John R. S. en su base de Tikrit, al tiempo que golpeaba con su puño sobre la mesa, para asegurarse de que se hacía entender. Los líderes tribales asintieron, sonrieron y se marcharon a la ciudad que ni ellos ni los militares estadounidenses controlan ya.
La ciudad en cuestión era Samarra, una pequeña localidad al norte de Bagdad. En el corazón del triángulo suní, Samarra es el último lugar en el que el Ejército de EE UU ha decidido replegarse, aún a riesgo de que los insurgentes se hagan con el control.
En Irak, la lista de lugares de los que las tropas de EE UU han decidido retirarse o visitar sólo raramente crece: Faluya, donde un régimen al estilo talibán ha impuesto una rígida teocracia, Ramadi, donde los rebeldes suníes parecen regir la localidad, y las ciudades santas de Kerbala y Nayaf, al sur, donde los estadounidenses decidieron alejarse de los mausoleos de Alí y Husein.
Las voces pidiendo nuevas retiradas crecen, sobre todo en Ciudad Sáder, la barriada al este de Bagdad y feudo del clérigo rebelde chií Múqtada al Sáder. Allí, los líderes del Ejército del Mahdi piden a los soldados de EE UU -excepto a aquellos dedicados a la reconstrucción- que se vayan. "Lo que queremos es que los estadounidenses se vayan", dijo Yusef al Nasiri, ayudante de Al Sáder. "Cuando los americanos vienen a la ciudad, insultan a nuestra gente. Es entonces cuando la gente se pone nerviosa". Que los insurgentes iraquíes piensen que sus ciudades y barrios estarían mejor sin la presencia de las tropas de EE UU no es nuevo. Pero sí es nuevo que el Ejército parezca en algunos casos estar de acuerdo con ellos o que haya decidido que el coste de probar lo contrario sería demasiado alto.
Hay indicios de que a los mandos de EE UU les gustaría hacerse con el control de estas zonas antes de las elecciones de enero. En términos puramente militares apenas albergan dudas de que podrían hacerlo. Pero la cuestión es a qué precio. No sólo en vidas americanas, sino en credibilidad si las víctimas iraquíes siguen aumentando. "Podríamos entrar en Samarra mañana si quisiéramos", dijo el portavoz militar Neal O'Brien. "Pero queremos llegar a una solución iraquí". El problema al que se enfrenta EE UU en lugares como Faluya o Samarra es, si están dispuestos a aceptar esa solución iraquí.
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