Ovación conmovedora a 'Mar adentro'
El filme de Amenábar es recibido con entusiasmo y ya está entre los favoritos al León de Oro
Alejandro Amenábar prefirió no hacer comentarios públicos sobre la acogida entusiasta en la sala de prensa. Fue Javier Bardem quien se encargó de decir que había alcanzado ya la máxima recompensa, y que cualquier otro reconocimiento llegaría por añadidura: "Después de un aplauso así, tan honesto y tan cariñoso, no espero más", afirmó. "A los festivales conviene acudir sin creer en las quinielas", explicó Amenábar. "Mi único deseo para hoy", siguió, "consistía en que hiciera buen tiempo; por la mañana el cielo estaba lluvioso, ahora ha salido el sol y no pido más".
Al joven director español le preguntaron si no siente vértigo: es apenas treintañero, sus cuatro películas anteriores se cuentan por éxitos, y traía la quinta a Venecia como clara aspirante a varios premios y como cineasta consagrado. "No siento vértigo, si eso significa miedo. La vida me da vértigo, pero mi trabajo, no", respondió. "Esta película constituía un doble reto, personal por un lado, porque asumí un cierto compromiso con la memoria de Ramón Sampedro, y profesional, por otro, porque había que conseguir que la película despegara, que tuviera movimiento, aunque el personaje central permaneciera estático", añadió.
¿Es Mar adentro un alegato a favor del derecho a la eutanasia? Alejandro Amenábar aseguró que no. "Hay más reflexión que reivindicación. Estoy seguro de que la eutanasia será algo regulado en el futuro, y no quiero que la película pierda vigencia. Hemos querido ir más allá", continuó, "y hablar de la vida y de la muerte. Si se reivindica algo, es la libertad".
También homenajeó la figura de Ramón Sampedro, "un hombre que enamoraba a las mujeres alrededor de su cama, que mostraba ironía frente a la muerte, que exhibía un gran sentido del humor y que escribió un libro con el que conectamos. Creo que he mantenido un diálogo imaginario con Sampedro. Si su historia no merecía ser contada, apaga y vámonos".
Broma e ironía
El mensaje de Mar adentro pareció captarse a la perfección en la Mostra. Otras películas no tuvieron esa suerte. El mundo, del chino Yia Zhangke, está construida en torno a una broma: los personajes son empleados de un parque de atracciones de Pekín que reproduce los monumentos más célebres del planeta: son, pues, prisioneros en un mundo a escala reducida. "Es una película con un lado cómico y un lado trágico, ignoro si se habrá entendido el primero o el segundo, o ninguno de ellos", indicó Zhangke. No sería descabellado sugerir que el público de la Mostra no alcanzó a percibir el humor (la ironía es mala viajera) y apenas pudo adentrarse en el problema del desarraigo de los jóvenes inmigrantes rurales en la gigantesca capital china.
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