Un lord sin escrúpulos
Algunos poderosos empresarios tienen la pésima costumbre de creer que en el capitalismo no existen más reglas que las que ellos mismos imponen, que el dinero es suyo y que pueden disponer sin freno del mismo sin rendir cuentas a los accionistas. Le ha ocurrido a lord Conrad Black, el multimillonario británico-canadiense, ex presidente del grupo mediático multinacional Hollinger, a quien un informe interno del propio consorcio acusa, junto a uno de sus antiguos directivos, de un desfalco de 400 millones de dólares cometido entre 1997 y 2003. Black, que pese a haberse visto obligado a abandonar el cargo el pasado noviembre por denuncias de accionistas sigue controlando el 78% de la firma a través del holding Ravelston, niega haber cometido delito alguno y se resiste por ahora a declarar ante la comisión del mercado de valores (SEC) de EE UU, que ha decidido abrir a su vez una investigación.
El asunto pinta feo para este acaudalado financiero, que ya había amasado una gran fortuna antes de tomar las riendas de Hollinger, un consorcio mediático propietario, entre otros, de los diarios Chicago Sun, Jerusalem Post y hasta hace unos meses del líder de la prensa británica, el conservador Daily Telegraph. Los abogados de Black van a tener que hacer un gran esfuerzo para desmontar los argumentos de la auditoría, que señala que sus actuaciones responden a una "cleptocracia corporativa". Los accionistas pretenden recuperar con su denuncia 1.250 millones de dólares.
La lista de presuntos abusos del ex patrón de Hollinger es larga y refleja una desmesurada voracidad por el uso indebido de fondos que hacen recordar el reciente escándalo de Enron. Sus libertades con el dinero de la firma en su propio provecho no parecen haber tenido límites, aunque él lo cuestiona: uso del avión privado de la empresa para sus vacaciones, fiestas de cumpleaños de su esposa o cenas de lujo de la pareja Black con el matrimonio Kissinger. Éste formaba parte del grupo de ilustres consejeros independientes de la compañía, aunque la denuncia deja abierta la posibilidad de que muchos de éstos no conocieran las presuntas irregularidades. Y uno de ellos es nada menos que Richard Perle, ex asesor del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, al que los auditores exigen la devolución de 5,4 millones de dólares.
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