El actor José Corbacho debuta tras la cámara con historias de gente de barrio
La actriz María Galiana coprotagoniza 'Tapas'
Desde hace unos días, los vecinos del barrio de Santa Eulàlia de L'Hospitalet de Llobregat, en el extrarradio de Barcelona, casi no necesitan salir de casa para tener el espectáculo asegurado. La función está en plena calle, donde se rueda Tapas. Y, aún mejor para ellos, los responsables del cotarro son como de la familia. José Corbacho y Juan Cruz, directores del filme, pertenecen a este lugar. Aquí se les quiere. La gente los ha visto crecer y se alegran de que les vayan bien las cosas en el mundo de la farándula. Algunos observan el ir y venir de los del cine desde su ventana, otros han preferido bajar a la acera la silla plegable de la playa y el móvil y seguir la acción de cerca, y no son pocos quienes se aproximan a Corbacho y a Cruz y se interesan por cómo va la cosa, o sea, la película. Incluso quieren aparecer en ella. Bastantes lo harán como figurantes. Y los directores, tan a gusto, porque en realidad Tapas trata de todas estas personas sencillas que viven en un barrio de cualquier gran ciudad, igual que el suyo.
Corbacho y Cruz son colegas desde hace más de 20 años. Se conocieron haciendo teatro aficionado precisamente en el barrio. Corbacho acabó dedicándose profesionalmente a la interpretación (formó parte de la compañía La Cubana, y en los últimos tiempos su carrera ha derivado hacia la televisión, donde actualmente dirige y presenta Homo zapping en Antena 3), mientras que Cruz ejerce como guionista. Sentados en una mesa del bar Comercio, ahora bar Lolo por exigencias de la ficción cinematográfica, y dando buena cuenta de un espectacular plato de boquerones fritos antes de empezar la novena jornada de rodaje, explican que el proyecto de Tapas tiene solera, que ni se acuerdan de cuándo empezaron a hablar de él, pero que se lo tomaron en serio hace tres o cuatro años.
Tapas, cuentan los directores, es una película de historias cruzadas, con el barrio como escenario, como la de un matrimonio ya mayor, Mariano y Conchi, encarnados por Alberto de Mendoza y María Galiana, preocupados por la cercana muerte, o la de Raquel (Elvira Mínguez), una mujer madura que vive un amor a través de Internet, o la de Lolo (Ángel de Andrés), propietario de un bar en el que confluyen los conflictos y las relaciones de los vecinos (soledad, sexo, ternura, esperanza...). La acción se desarrolla en una semana, la última de un caluroso julio, y el tono, subrayan Corbacho y Cruz, es "agridulce, como la vida". "La esencia de la película es la fuerza del mundo que retrata", apunta el primero. "No es ni un drama absoluto, ni una comedia, aunque a veces busca la sonrisa del espectador", añade el segundo.
La trayectoria de Corbacho, con un contundente currículo como actor cómico, podría hacer suponer que su debut tras la cámara alumbraría un filme como Torrente. Nada más lejos de su intención. "Con todos mis respetos hacia Santiago Segura, me interesa mucho subrayar que Tapas no es una comedia, sino una historia de sentimientos", insiste.
Humor y dramatismo
Un poco más tarde, en un descanso del rodaje, María Galiana, vestida con un modesto conjunto apropiado para doña Conchi, su personaje, abunda en lo dicho por los directores. "Acepté el papel porque me interesó el guión; me pareció auténtico, con la suficiente dosis de humor y dramatismo para emocionar al público", señala. "Ya tenía yo ganas", añade, "de hacer en cine un personaje con sustancia y con un desarrollo largo, porque últimamente todos los que he interpretado han sido bonitos pero cortos". Trabajar a las órdenes de dos directores noveles no le preocupa. "Hice una película preciosa, Solas, con un director novel
, la inexperiencia no significa nada, lo importante son las historias", concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.