El FBI investiga si Israel tiene infiltrado un 'topo' que espió en el Pentágono
El acusado tenía acceso a información secreta sobre Teherán y negoció con disidentes iraníes
Un analista del Pentágono especializado en asuntos iraníes es investigado por la policía federal (FBI), que sospecha que ha pasado secretos militares estadounidenses a Israel. Sin definirse sobre el caso, Scott McClellan, portavoz de la Casa Blanca, consideró ayer que una acusación similar "es siempre un asunto grave". El Gobierno israelí ha protestado, asegurando que no espía a un país amigo y aliado, pero los precedentes -Jonathan Pollard, detenido hace 19 años en Washington y condenado a cadena perpetua por espionaje- indican lo contrario.
El caso supone un nuevo revés para el sector más ultra del Gobierno, porque el acusado trabajaba a las órdenes de Douglas Feith, número tres del Pentágono y hombre de confianza del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y de su mano derecha, Paul Wolfowitz.
Según la cadena de televisión estadounidense CBS, que adelantó la información, no se descartan detenciones en las próximas horas. El Pentágono, que no ha facilitado el nombre del sospechoso -se trataría de Larry Franklin, según The Washington Post-, confirmó la investigación en curso, pero trató de restar importancia diciendo que "no se encontraba en ninguna posición capaz de influir de manera significativa en la política estadounidense". Tampoco, según el Departamento de Defensa, "ningún país extranjero podría haber estado en situación de influir en la política de EE UU a través de este individuo". Pero fuentes que no se expresaron a través de cauces oficiales señalaron ayer que, aunque el sospechoso de espionaje no se ocupaba de elaboración política, sí tenía acceso a información secreta sobre Irán.
El analista trabajaba en el departamento de Oriente Próximo y Asia desde hace tres años. Su destino anterior fue la Agencia de Inteligencia de Defensa. Entre sus tareas estuvo la negociación secreta en París, a finales de 2001, con disidentes iraníes, incluido el vendedor de armas Manucher Ghorbanifar, uno de los protagonistas en el escándalo Irán-Contra (la venta secreta de armas estadounidenses a Teherán a cambio de la liberación de rehenes en Líbano y el posterior desvío de fondos a la contra que luchaba contra el Gobierno sandinista en Nicaragua). La acusación actual gira en torno a la entrega de documentos relacionados con la política de EE UU sobre Irán y otros asuntos al Comité Americano-Israelí de Información (AIPAC), uno de los lobbys más potentes de EE UU. AIPAC habría pasado los documentos a Israel. Según un portavoz de la Embajada israelí en Washington, estas acusaciones son "falsas y ofensivas".
AIPAC, por su parte, afina más en su reacción: "Cualquier acusación de que ha habido una conducta criminal por parte de esta organización o de sus empleados no tiene ninguna base y es falsa", asegura por escrito su portavoz, Josh Block, y añade que "nadie ha recibido información que pensara que fuera secreta". AIPAC, añade, está "colaborando plenamente". El arquetipo de lobby extranjero en Washington fue fundado hace 50 años y tiene una plantilla de 3.000 personas. Según sus cálculos, ha mantenido más de 2.000 reuniones con miembros del Congreso y contribuye a que se aprueben más de un centenar de leyes cada año relacionadas con Israel. En sus prioridades, la número uno se titula: "Frenar el intento de Irán de tener armas nucleares". AIPAC asegura que seguirá trabajando "con los políticos en todos los niveles de la Administración" y que "no dejará que rumores o falsas acusaciones" les distraigan de su tarea.
Lo embarazoso para el Gobierno estadounidense es que el caso haya surgido en el departamento que dirige Douglas Feith, subsecretario para Asuntos Políticos del Pentágono y uno de los líderes más significados del grupo neoconservador que ha dictado la política exterior de EE UU desde los atentados del 11-S. Feith, que se ocupa de Oriente Próximo desde hace 25 años, ha trabajado estrechamente con Richard Perle -uno de los arquitectos del movimiento- y, según Stefan Harper y Jonathan Clarke, es "uno de los neoconservadores más concentrados en el conflicto árabe-israelí".
Armas de Sadam Husein
A su cargo estuvo una de las unidades más cerradas del Pentágono, la Oficina de Planes Especiales, que jugó un papel fundamental en la interpretación ideológica y en la manipulación de los datos del espionaje sobre las armas de Sadam Husein y su relación con Al Qaeda, lo que condujo a justificar la guerra de Irak y que ha quedado en evidencia, igual que los lazos entre el Pentágono y el dirigente de la oposición iraquí Ahmed Chalabi.
También en la esfera de trabajo de Feith se encuentra Irán. Precisamente, una de las razones de la caída en desgracia de Chalabi fue la acusación, en mayo, de que pasaba datos de Inteligencia al régimen de Teherán. Chalabi fue defendido sin éxito en la Casa Blanca por Perle y otros significados neoconservadores. La política iraquí fue uno de los elementos de enfrentamiento entre el Pentágono y el Departamento de Estado; el próximo enfrentamiento interno -a expensas de las elecciones- es Irán, en el eje del mal junto a Corea del Norte.
En 1985, Jonathan Pollard, ex oficial naval de Inteligencia, fue detenido en Washington y condenado por espionaje a favor de Israel. Desde entonces está encarcelado, con una sentencia de cadena perpetua que ha resistido las presiones de Israel.
Tensión en Nueva York
Dos personas fueron detenidas ayer en Manhattan por las sospechas que despertaron en la policía sobre la posibilidad de que planearan un atentado en una estación de metro cercana al Madison Square Garden, donde mañana comienza la convención republicana que formalizará la candidatura electoral del presidente Bush.
Según fuentes policiales, que descartan cualquier conexión con la convención o con las protestas organizadas, las detenciones se deben a las declaraciones de un paquistaní que habría dicho que su grupo quería poner una bomba en el metro.
En la ciudad, miles de defensores del derecho al aborto abrieron ayer el programa de protestas con una marcha que cruzó el puente de Brooklyn en dirección a Central Park. No hubo ningún incidente, a diferencia de lo que ocurrió el viernes por la noche, cuando fueron detenidas 264 personas en el curso de una manifestación ciclista disuelta por la policía.
Todo esto no es más que el aperitivo de la marcha de hoy, organizada por la coordinadora United for Peace and Justice, a la que se espera que acudan 250.000 personas. Los organizadores se han comprometido a evitar incidentes, pero algunos temen la acción de incontrolados.
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