"He empleado a 'sin papeles' y no me arrepiento"

Todos los paquistaníes de Barcelona saben adónde acudir cuando les entra la morriña y necesitan comer algo dulce con sabor a su país. La pastelería de Javid, quien pide no ser identificado en este reportaje, es para la comunidad paquistaní un magnífico lugar de reunión y de devoción por sus especialidades más dulces. Pero desde hace unos meses, Javid tiene un serio problema en forma de multa, la que le impuso la Administración tras descubrir que dos de sus compatriotas sin papeles trabajaban para él. Y el importe no es ninguna broma: casi 18.000 euros.

De momento, y tras interponer un recurso, ha aplazado el pago de la sanción y ahora con el nuevo reglamento de la Ley de Extranjería a la vuelta de la esquina ve la posibilidad de librarse de pagar al tiempo que facilita la regularización de sus dos ex trabajadores. "En la pastelería, y aparte de mí, hay trabajo para tres o cuatro personas, pero es importante que éstas sean paquistaníes, pues no todo el mundo sabe hacer los pasteles y las pastas como a nosotros nos gustan". Los trabajadores sin papeles que empleó hace unos meses eran, en su opinión, ideales: "De total confianza, sabían de pastelería y también me ayudaban en la tienda y en el bar". Por este motivo considera que le vendría bien poderlos contratar, ahora legalmente, lo antes posible.

Youssef: "Mi jefe se ha arriesgado mucho desde que me contrató hace dos años y medio"

Pese a que sabe que cometió una ilegalidad, Javid no tiene sentimiento de culpa: "Los chicos que trabajaban conmigo eran buena gente, les conocía porque son de la misma región que yo. No tenían papeles, pero yo no me siento culpable, no me arrepiento", sentencia.

Ahora está esperanzado con los cambios que prevé el nuevo reglamento de la Ley de Extranjería, aunque no oculta su escepticismo. "Hace tanto tiempo que dicen que las cosas cambiarán, que ya no se qué pensar". Y experiencia lidiando con administraciones no le falta, pues desde que abandonó Pakistán, hace ya 22 años, ha vivido en seis países diferentes de la UE, además de en Turquía. "Y cada país tiene sus leyes", recuerda.

No muy lejos de la pastelería de Javid trabaja Youssef. También es paquistaní, de 40 años y con un problema parecido. En su caso trabaja, pero no tiene papeles. Youssef llegó a Barcelona hace tres años y tras buscar desesperadamente "un amigo de un amigo" le ofreció algo que podía interesarle: un puesto como ayudante de camarero.

Se somete a las preguntas del periodista con una condición: "A mi jefe ni lo citen". Y es que Youssef tiene mucho que agradecerle. "Desde que me contrató, hace dos años y medio, se ha arriesgado mucho conmigo". Él es el único de los empleados del restaurante que carece de la documentación para trabajar y lo lleva con total discreción. "Sé lo que es no tener trabajo y no puedo arriesgarme a perderlo". En los últimos días ha estado en algunos de los corrillos que se han formado en el barrio del Raval de Barcelona, en los que no se hablaba nada más que de la nueva vía de regularización anunciada por el Gobierno. ¿Tiene confianza en ella? "No sé, ya ha habido muchas promesas y muchos cambios, pero esta vez debería ser mi oportunidad". En efecto, Youssef parece tenerlo todo de cara en esta ocasión: puede demostrar que ha trabajado durante dos años y medio, siempre para el mismo empleador, quien a su vez desea contratarlo legalmente. "Me tiene confianza, pues nunca le he fallado. Estoy seguro que me ayudará a conseguir los papeles", afirma.

En el seno de la comunidad paquistaní existe el convencimiento de que el nuevo reglamento de la Ley de Extranjería les favorecerá, pues son muchos los inmigrantes de esta nacionalidad que están trabajando de forma ilegal en tiendas y restaurantes de amigos, parientes y conocidos. Este colectivo, que suma unos 25.000 representantes en España, la mayor parte de ellos en Barcelona, mantiene estrechos lazos de solidaridad y controla centenares de tiendas y pequeños negocios ávidos de personal.

Para Youssef, que en Pakistán regentaba un pequeño negocio de recambios, casado y con un hijo, tres años en la ilegalidad ya son demasiados. "Me han denegado los papeles en dos ocasiones".