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Reportaje:

"Todo lo que puedas beber"

Varios operadores venden una semana en Lloret por menos de 300 euros con pensión completa y barra libre

Lluís Pellicer

"Por favor, ¡dos metros de cerveza!". Inclinados sobre la barra del pub Cool Down de Lloret de Mar (Selva), un grupo de ocho chavales holandeses de entre 17 y 21 años vocea una canción de Abba mientras reúnen los 28,80 euros que cuesta la bebida. En algunos locales de Lloret, el alcohol no se mide por litros, sino por su longitud. Un metro corresponde a unos 12 vasos y cuesta entre 14,40 y 16 euros. Las ofertas abundan, pero predominan las que promocionan vastas cantidades de alcohol, puesto que se dirigen a grupos de jóvenes de entre 16 y 26 años, organizados por agencias europeas que les montan las conocidas rutas del alcohol. "Bebe 13 y paga 10", reza un cartel del local.

Guido van Roost, de 17 años, y Martyn Hemelers, de 18, salen de un supermercado cargados con dos botellas de ron y otras dos de ginebra para elaborar cubatas en la habitación del hotel. "Somos seis amigos y venimos atraídos por las chicas, la noche y el alcohol, que es muy barato", confiesa Van Roost. Cenan a las 20.00 y enseguida suben a la habitación, donde montan el primer festín. A medianoche, varios guías les recogen en el hotel para emprender el peregrinaje por clubs nocturnos.

La ruta del alcohol de Lloret es el principal reclamo de la mayoría de los operadores especializados en el segmento de turismo juvenil. Se cuentan por decenas, pero según el presidente de Agencias Receptivas Asociadas de Cataluña -con sede en Lloret-, Félix Aguilar, se han descubierto seis mayoristas especialmente conflictivos que proceden de Alemania, Holanda y Escandinavia.

Yvonne, Sabrina y Stefanie, tres jóvenes alemanas de 18 años, han pagado 380 euros al operador alemán Rainbow Tours para pasar una semana en Lloret. El precio incluye toda la bebida que soporten entre las 17.00 y las 22.00. Es la modalidad conocida como all you can drink

[todo lo que puedas beber], con barra libre de cerveza, vino y sangría.

A las 22.30 horas las calles del centro de Lloret vuelven a poblarse de turistas jóvenes. Se desplazan en grupos y se distinguen por las pulseras de colores que llevan en el brazo. Un grupo de chavales que contrató los servicios de Rainbow Tours llega al pub Chaplin's, donde les reciben con una botella de licor de piruleta en la puerta. El portero alza la botella y deja caer un chorro de la bebida que los chavales intentan tragar. En el interior les esperan seis guías. "Cada verano traemos a unos 25.000 jóvenes a los que ofrecemos unas tarifas muy baratas. Salimos por las noches, pero también planificamos excursiones al Museo Dalí", se justifica Franz, el encargado de los guías de Rainbow Tours en Lloret de Mar.

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Cuando aún no es medianoche, tres chicas danesas brincan por la calle de Santa Caterina. Aseguran que han abonado 290 euros por pasar una semana en Lloret en pensión completa. Ello incluía una fiesta en la playa.

Álex, un belga que regenta un pub en el centro, asegura que trabaja con algunas de estas agencias, pero sin ninguna contraprestación, y defiende a ultranza el turismo nocturno de Lloret. "Es mi trabajo, pero hay actitudes que no puedo tolerar", dice mientras señala varios charcos de orina que han dejado unos jóvenes.

Cuando avanza la noche, la estampa de Lloret se antoja menos jovial. Las aceras se convierten en un espacio de botellón donde los turistas huyen de la música setentera de las discotecas. Llevan cubalitros, cervezas y envases de sangría. Un local al aire libre en el que cuelgan banderas italianas sube la música y los jóvenes tararean la canción. Aún quedan horas para quemar sobre la pista de una discoteca o la barra de un bar. Hasta al menos las siete no se irán a la cama. Al día siguiente se levantarán hacia las dos de la tarde, comerán, irán a la playa y a las cinco volverán al hotel. Entonces el reloj marca la hora del all you can drink.

Un plan de choque

"Es un segmento de turismo, pero no el único". Tras las declaraciones de la consejera de Interior, Montserrat Tura, contra los "circuitos etílicos" del "turismo de borrachera", el Ayuntamiento y el sector lloretense al completo cerraron filas para recordar que el municipio aporta el 12% de los turistas que visitan Cataluña y que hay planes en marcha para un turismo de calidad.

Sin embargo, en privado aceptan que Tura no andaba falta de razón, y varios hoteleros se han reunido con expertos para frenar la promoción de este turismo. El Ayuntamiento ya puso en marcha un plan de choque para frenar el consumo excesivo de alcohol de los turistas. En los dos últimos años, se han cerrado 20 hoteles para evitar que prolifere aún más la oferta de bajo precio y se han suspendido las licencias de apertura de nuevos bares musicales y discotecas. También se ha actuado sobre los comercios para que cumplan las ordenanzas municipales y dejen de vender bebidas alcohólicas a partir de las once de la noche.

Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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