Patrimonio de la Sociedad

Llegadas las fechas veraniegas, la Sociedad Fotográfica de Guipúzcoa organiza generalmente una exposición donde muestra aspectos de su patrimonio. Este año se están enseñando las últimas adquisiciones. Como generalmente ocurre en este tipo de exhibiciones, la cantidad de formas y estilos es casi tan numerosa como la de autores participantes. El denominador común se encuentra, como señala el folleto de presentación, en que todos los ejemplares han sido realizados "mediante luz plasmada en papel fotosensible". Supongo que con ello quieren aclarar que las imágenes han sido realizadas por recursos fotoquímicos y no por sistemas digitales. Estas diferenciaciones nos procuran simplemente una clasificación en función a la tecnología utilizada para llevar a cabo la toma y la ampliación, pero no nos permite ensalzar más unas técnicas que otras. Ni tan siquiera, al menos todavía, señalar géneros o estilos cuya singularidad nazca por el distinto instrumental empleado.

La sintaxis del lenguaje visual, por supuesto la de la fotografía, está cada día más abierta a todo tipo de temas y, por supuesto, a cualquier mestizaje técnico, pero todavía los cánones que predominan en su valoración radican fundamentalmente en algo tan poco medible como son los sentimientos, la memoria, las emociones y, por supuesto, las virtudes del color (incluido el blanco y negro) tanto como los equilibrios (o desequilibrios) compositivos.

La mayor parte de las fotos que luce la coqueta sala de exposiciones tiene un merecido interés. Algunas se decantan por temas que pueden resultar un tanto manidos, pero otras resultan novedosas. Los aspectos documentales tienen una presencia notable, pero no ciegan la ventana a las tendencias conceptuales o incluso a lo que parecen montajes de varias imágenes realizados manualmente o por sistemas de superposición parcial o total de negativo.

La disparidad de ejemplos hace difícil establecer comparaciones entre unos u otros autores. Resulta muy llamativa la presencia de un numero importante de aportaciones extranjeras. Son algo más de la mitad. El trabajo del turco Zeypep Ozcan y el del serbio Pavle Jovanovic abren muchas vías de reflexión, aunque tampoco se pueden olvidar las fotos de Aldo Basili o del húngaro Lászlo Zágòn, entre otros participantes alemanes, latinoamericanos, ingleses u holandeses.

Los fotógrafos españoles ofrecen también una excelente calidad. Sin querer olvidar a ninguno, me llega el recuerdo de Roberto Botija o el de José Criado Lorenzo, que hace portada en el díptico promocional. Una colección para verse, sobre la que se debieran ofrecer más datos y presentarla con lógica temática o estilística, sin mezclar unas cosas con otras.