Tajos sobre cenizas
Egmasa emplea a 70 vecinos de la zona incendiada para iniciar las obras de restauración forestal
La vegetación responde más rápido que la economía. Apenas una veintena de días después de que las llamas calcinasen 27.839,8 hectáreas forestales en 13 municipios de Sevilla y Huelva, hay especies que están renaciendo entre las cenizas. Juncos y zarzas, pero también de alcornoques negros salen brotes incipientes. El monte lustroso necesita un tiempo para armarse, pero la estrategia de numerosas especies para reponerse tras un fuego deja boquiabierto a cualquier profano.
El patrimonio forestal y el optimismo de las personas no resurgen tan fácil. Curro Martín, de 39 años, un vecino de El Madroño (Sevilla), tardará muchos años en volver a sacar corcho de algunos alcornoques de su propiedad abrasados en el siniestro. Curro Martín dejó ayer el tajo tiznado de negro como si saliera de la hondura de una mina, pero sólo emergía de uno de los múltiples barrancos sobre los que se están desplegando albarradas -empalizadas formadas con troncos de madera quemada- para evitar el arrastre sin freno de piedras, tierra y ceniza en cuanto llueva con fuerza.
Es uno de los 70 vecinos de Berrocal, Aznalcóllar y El Madroño contratados hasta ayer por la Empresa de Gestión Medioambiental (Egmasa) para las obras de emergencia del plan de restauración.
Adolfo Rodríguez, director de división del Medio Natural de Egmasa, ignora la mano de obra que se empleará en los cinco años del plan. Calcula que la próxima semana estarán contratadas 150 personas. Los trabajos más urgentes son hidrológicos, como las albarradas, que pretenden evitar riadas y la contaminación de pantanos que abastecen a poblaciones, y las fajinas, otras barreras acondicionadas sobre laderas para frenar la acción del agua y aumentar la infiltración del suelo. "Desgraciadamente aquí es sota, caballo y rey, llevamos muchos años y seguiremos con más", expone Juan Carlos Costa, jefe del servicio de restauración forestal de la Consejería de Medio Ambiente.
Julián Marín, Rubén Bermejo y Pedro Bermejo, vecinos de Berrocal, preparaban ayer empalizadas en arroyos de la Pata del Caballo, una finca de 5.789,3 hectáreas entre Berrocal y Escacena, que pertenece a la Junta de Andalucía. Rubén, de 21 años, fue uno de los vecinos que se escondió en el pueblo para luchar contra el fuego. Pedro, de 61, dice que fue el incendio "más grande de los últimos siglos". "Podría haber llegado a la Palma y entonces ya se hubiera quemado el mundo entero, poco más quedaba", suelta.
Tras los trabajos de emergencia, que incluyen la corta del árbol quemado que no se use en actuaciones hidrológicas para evitar plagas, la reparación de caminos y las siembras de emergencia, se procederá a la repoblación forestal. Nunca antes de dar tiempo a que la naturaleza reaccione sola. "El poder de regeneración varía de unas especies a otras, aquí las plantas están acostumbradas al fuego y tienen su respuesta, por eso tenemos que esperar y ayudar dónde hace falta", aclara Costa. "Un incendio no es necesariamente una catástrofe irreversible para la vegetación, aunque para las personas sí", apostilla. [Por su parte, la Consejería de Gobernación informó ayer de la concesión de las primeras ayudas de emergencia a afectados por el incendio, destinadas a 72 vecinos de Berrocal por un importe total de 123.920 euros.]
Propuestas del PP
El coordinador general del PP andaluz, Antonio Sanz, anunció ayer que su partido presentará sendos proposiciones no de ley al Parlamento andaluz y al Congreso, en los que piden a la Junta y al Gobierno central una actuación "rápida y urgente" para paliar los efectos causados por el incendio de Riotinto. Para Sanz es imprescindible que la zona afectada sea declarada zona catastrófica para así agilizar el cobro de unas ayudas que según él propone, deben ascender a más de 60 millones de euros. Sin ofrecer datos concretos, Sanz y su compañero parlamentario Matías Conde, criticaron la falta de aplicación por parte de la Junta de sus propias leyes forestales en cuanto a selvicultura y prevención de incendios. "Los datos que tengo son los de mi propio conocimiento de los montes", dijo Conde.
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