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Reportaje:

El regreso a casa de los kurdos

Los partidos del Kurdistán consideran irrenunciable la reunificación de sus territorios en el futuro Irak

Abdul Jalil Faily, jefe del Partido Democrático del Kurdistán (PDK) en Bagdad, trabaja, pistola al cinto, en un amplio despacho de un edificio que fue sede del depuesto Partido Baaz, en el céntrico distrito de Karrada. Los pasillos están plagados de hombres armados. Los locales de los grupos políticos en Irak parecen cuarteles de milicianos. "Estoy muy esperanzado con la Conferencia Nacional porque es representativa de muchas fuerzas políticas de Irak", aseguraba pocos días antes de comenzar la asamblea que reúne a más de 1.300 delegados de todo el país en la capital y que ha sido boicoteada por importantes grupos religiosos y tribales, especialmente los chiíes y suníes más radicales.

"Queremos añadir estas tierras al mapa del Kurdistán bajo un Estado federal"
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De este cónclave, que en principio cierra hoy sus puertas, nacerá un Parlamento interino que legislará y preparará las elecciones previstas para enero de 2005. Y Jalil Faily, hombre de confianza del jefe histórico del PDK, Masud Barzani, afirma que su movimiento "ya tiene elaborado su programa" para debatir en esa Cámara. Una propuesta que, con casi toda probabilidad, contará con el rechazo beligerante de buena parte de la clase política.

"Queremos mejorar los derechos de los kurdos", subraya el líder del PDK en Bagdad. "Sentimos que la mayoría de los iraquíes tienen sentimientos de rechazo hacia nosotros por la influencia de 35 años de régimen baazista, que enfrentó a los pueblos de Irak". En su peculiar estrategia para la reconciliación prima el recelo: "Apoyamos que los baazistas que no hayan cometido delitos regresen a la Administración, a las escuelas y universidades, pero no podrán ocupar cargos sensibles. Si vuelven hay riesgo de que se repitan las atrocidades que perpetró el Gobierno de Sadam". Para el PDK, al igual que para la Unión Patriótica del Kurdistán, dirigido por otro veterano líder, Jalal Talabani, la reunificación de lo que consideran su territorio es irrenunciable. "Queremos añadir estas tierras al mapa del Kurdistán bajo un Estado federal". "Estas tierras", aluden en lugar prominente a Kirkuk, la ciudad en cuyo subsuelo se esconden unos yacimientos de crudo que pueden proporcionar riqueza durante décadas.

El conflicto de la ciudad petrolera es peliagudo. La Ley Transitoria Administrativa que rige hoy día Irak establece expresamente que Kirkuk es parte de Kurdistán. Pero cuando en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se elaboraban los borradores de la Resolución 1546 -que otorgó legitimidad al Gobierno interino de Ayad Alaui, al que Estados Unidos transfirió poderes el 28 de junio-, Alí al Sistani, el influyente y venerado clérigo chií, protestó enérgicamente por la inclusión de un párrafo que respaldaba explícitamente la norma. "El apoyo expreso a la Ley Transitoria desapareció en el texto final de la resolución porque Al Sistani lo exigió. Los kurdos se enfurecieron", afirma un diplomático occidental acreditado en Bagdad. "La Ley Transitoria permite que tres provincias puedan vetar las decisiones del Gobierno iraquí. Supone un triunfo para los kurdos", agrega. No en vano, Kurdistán tiene tres provincias: Erbil, Dohuk y Suleimaniya.

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Si la Constitución definitiva que redactará el futuro Parlamento no establece que Kirkuk es parte de Kurdistán, ¿cómo reaccionarán el PDK y la UPK? "El régimen de Sadam Husein arabizó esta ciudad. Todos los partidos apoyan que los kurdos expulsados por el Gobierno baazista regresen. Pero también tendrán que volver a sus lugares de origen los árabes que fueron a Kirkuk. Una vez hecho esto, proponemos que se celebren elecciones en Kirkuk y y otras ciudades para conocer si prefieren depender del Gobierno central o del kurdo", enfatiza Jalil Faily.

Gran parte de los árabes que repoblaron pueblos y ciudades, después de que la dictadura de Husein expulsara o enterrara en fosas comunes a decenas de miles de kurdos al final de los ochenta -300.000 desaparecidos, según la organización Human Rights Watch-, ya han dado marcha atrás. Sobre todo los que residían en zonas dedicadas a la agricultura. Porque, sobre el terreno, desde la guerra del Golfo en 1991 Kurdistán goza de una amplísima autonomía. Recaudan sus impuestos, vigilan los lindes fronterizos y las fuerzas de seguridad iraquíes en esta región norteña están formadas en su mayoría por antiguos peshmergas. Cualquier iraquí que desea viajar a Kurdistán necesita un permiso especial. ¿Cuántos kurdos hay que puedan regresar a estas ciudades y qué número de árabes deberían emigrar? "No tengo cifras exactas", responde Jalil Faily.

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