Telefónica se resigna a perder licencias de UMTS que le costaron 6.500 millones
La operadora intenta vender las frecuencias en Italia, pero no puede hacerlo en Alemania
Telefónica Móviles intenta sacar algún partido a todos sus negocios de telefonía móvil multimedia (UMTS) que tiene en Europa (Suiza, Austria, Italia, Alemania) y por cuyas licencias pagó 6.500 millones en 2000. Pero si las condiciones regulatorias no lo permiten o no encuentra compradores, se resignará a que le sean revocadas por los respectivos Gobiernos. Tras vender las frecuencias de Austria, ahora intenta deshacerse de las de Italia por 300 millones, aunque reclama otros 826 millones al Gobierno de ese país. En Alemania, lo tiene más difícil.
Por primera vez, Telefónica Móviles ha reconocido que pueden serle revocadas en Europa las licencias de UMTS, la tecnología que permite aplicaciones como la videollamada o la navegación rápida por Internet. La intención de la compañía es tratar de sacar algún partido a aquella aventura que le costó 6.485 millones de euros, y que ha supuesto un completo fiasco. Para ello, Telefónica está llevando a cabo dos acciones en cada uno de los países: presionar para que los reguladores flexibilicen la legislación y le permitan vender las licencias, bien mediante la enajenación directa de las sociedades que constituyó en cada país o la cesión de los derechos del espacio radioeléctrico (por donde van las frecuencias) que se adjudicó; y negociar con los operadores establecidos en cada país para venderles su espectro.
"La intención de la compañía es, dentro del marco legal y regulatoriamente estable, alcanzar acuerdos con otros operadores titulares de licencias UMTS relativos a la venta total o parcial del espectro. En caso de que esto no fuera posible, y en el supuesto de que se incumplieran reiteradamente en un futuro los compromisos adquiridos, podría llegarse como última medida a la posible revocación de las licencias", afirma la sociedad en el folleto continuado remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el pasado 31 de julio.
Abandono
El grupo ya ha anunciado su intención de abandonar cualquier proyecto comercial en los tres países en los que conserva la licencia (Alemania, Italia y Suiza). Esta decisión vino acompañada por la de amortizar completamente el coste de las licencias en las cuentas de 2002, lo que provocó las mayores pérdidas de la historia de la compañía.
El primer paso lo dio en Austria, donde los cambios legislativos permitieron rentabilizar en parte la licencia por la que pagó 117 millones de euros. En diciembre de 2003, Telefónica Móviles vendió 3G Mobile Telecomunications, la sociedad propietaria de la licencia de UMTS en Austria, por 13,65 millones de euros. El comprador se quedó con los bloques de frecuencia, pero asumió las obligaciones de la concesión, incluida la de dar una cobertura al 25% de la población.
En el resto de los países la situación varía mucho. La menos complicada es Suiza, donde Telefónica ha logrado arrancar al regulador el aplazamiento por un año (hasta enero de 2005) del cumplimiento de las obligaciones de cobertura (25% de la población). Mientras apura los plazos, negocia la venta de su filial en el país (3G Mobile) a alguno de los otros tres adjudicatarios de las licencias (Orange, la división celular de France Télécom; TDC Switzerland, una filial de la danesa TDC, y Swisscom).
En Italia, el consorcio Ipse, del que Telefónica posee el 45,6%, se adjudicó una licencia de UMTS en octubre de 2000 por 4.730 millones (de los que 1.490,3 corresponden a la empresa española). Telefónica Móviles cifra ahora el valor de los activos conjuntos de Ipse en 300 millones de euros, y negocia su venta tanto con TIM, filial de telefonía móvil de Telecom Italia, como con Omnitel, participada mayoritariamente por Vodafone.
Pero al mismo tiempo, mantiene un contencioso con el Gobierno italiano para que le devuelva 826 millones de euros por un espectro adicional (de 5Mhz) que adquirió posteriormente a la subasta y que, al no tener actividad, no va a utilizar.
En Alemania, las cosas no pintan bien para la empresa española. En consorcio con la holandesa KPN pagó 8.471 millones de euros (de los que 4.845 correspondían a Telefónica).
La compañía lanzó comercialmente su proyecto, mediante la marca Quam, en noviembre de 2001, pero lo paralizó siete meses después debido a la falta de rentabilidad en un mercado muy saturado. El regulador, y en último término el Gobierno alemán, que se embolsó la friolera de 8.400 millones por cada una de las seis licencias que subastó, no está de acuerdo con esa paralización.
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