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Schröder defiende la reforma laboral alemana y acusa a los democristianos de aliarse con los ex comunistas

El canciller alemán, Gerhard Schröder, acusó ayer a la oposición democristiana de aliarse con los ex comunistas del Partido del Socialismo Democrático (PDS) a la hora de desacreditar la reforma del régimen de desempleo, que entrará en vigor el 1 de enero de 2005. "De verdad que da náuseas ver a este nuevo frente popular y su inmisericorde populismo", arremetió Schröder, durante la apertura de la campaña electoral en Brandeburgo, uno de los dos Estados federados del este del país donde se celebrarán elecciones regionales el 19 de septiembre. El otro es Sajonia, y en ambos el PDS podría relegar a un segundo o tercer puesto a los socialdemócratas de Schröder.

El discurso del canciller recordó las más combativas de sus intervenciones en la campaña de 2002, cuando, en contra de todos los pronósticos y junto a sus socios de coalición, Los Verdes, logró conquistar un segundo mandato. Schröder dijo comprender a las personas que, movidas por una "sincera preocupación", desde hace semanas se manifiestan en contra de la reforma. Ésta supondrá una sensible caída de ingresos para cientos de miles de personas que viven del subsidio de desempleo, sobre todo en el Este, donde el paro duplica al de los Estados del Oeste.

Schröder defendió a capa y espada el proyecto y acusó al PDS de "azuzar resentimientos", y a la democracia cristiana de "escabullirse de las decisiones tomadas". La oposición democristiana, de hecho, aprobó e incluso endureció la reforma a través de su control de la Cámara alta del Parlamento, pero, en vista de la ola de indignación popular, algunos de sus líderes ahora están intentando lavarse las manos.

Angela Merkel, la presidenta de la CDU, intentó desvirtuar ayer esta impresión, sin por ello dejar de criticar a Schröder. "La incapacidad del Gobierno y la falta de voluntad del canciller radican en que no explican bien la reforma", dijo en su primera aparición pública tras las vacaciones, también en un mitin electoral. Para intentar aplacar los ánimos, Schröder convocó el miércoles una reunión urgente de los líderes de la coalición gubernamental para revisar algunos detalles de la reforma.

El canciller alemán tiene también un segundo frente abierto: la crisis interna de su partido y el reciente desafío de Oskar Lafontaine ("con Schröder ya no se puede", había retado el antiguo presidente de los socialdemócratas, que no excluye crear un nuevo partido de izquierda). En una entrevista de televisión, Schröder reiteró ayer su decisión de presentarse también a las elecciones de 2006, sin importar lo que piensen militantes "aislados". "Dentro del partido, no veo a nadie serio que quiera un cambio en la cancillería", ironizó Schröder en una más que evidente alusión a Lafontaine.

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