Detenidos en Sicilia dos de los responsables del 'barco de la muerte'
Se eleva a 28 la cifra de fallecidos en el naufragio de una lancha de inmigrantes en Siracusa
La policía italiana detuvo ayer a dos de los supervivientes de la lancha de inmigrantes clandestinos que el sábado, tras dejar atrás 28 cadáveres en una semana de travesía a la deriva, fue rescatada por un mercante polaco. Los dos detenidos, Dom Kwame King, de 35 años, y Anthony Sapona, de 29, ambos liberianos, fueron acusados de dirigir la embarcación y de formar parte de una banda dedicada al tráfico de inmigrantes.
La policía de Siracusa (Sicilia) dio por definitivo el número de 28 víctimas en el viaje desde un puerto de Libia, que no se quiso identificar por el momento, pero matizó que probablemente nunca se tendría total certeza sobre la cifra, calculada restando las 72 personas recogidas por el mercante Zuiderdiep (una murió tras el rescate) del total de 100 que, según King y Sapona, embarcaron en la costa africana.
El relato de los supervivientes componía una aventura atroz. El motor de la lancha, cargada en exceso, se averió dos días después de zarpar. El plan consistía en alcanzar Lampedusa, la isla italiana más próxima a África, y para las dos o tres jornadas que debía durar el viaje sólo se disponía de un poco de agua y galletas. Con el motor roto y la barca a la deriva, fue imposible mantener la ruta de Lampedusa. Los clandestinos, zarandeados y empapados por una fuerte marejada en el estrecho de Sicilia, empezaron a sufrir deshidrataciones, quemaduras, hipotermia y hambre. La lancha, además, hacía aguas. Después de cuatro o cinco días en el mar, las muertes se produjeron con una frecuencia cada vez mayor.
La víctima más joven fue un niño de un año que viajaba con sus padres, una pareja liberiana que con la criatura a cuestas había caminado desde su país hasta Libia para huir a Europa. Pagaron, como los demás, 1.000 dólares (unos 814 euros)por cabeza para embarcarse. "A mitad de la travesía, cuatro días después de zarpar, el niño no pudo más y dejó de respirar", explicó el padre. "Intentamos reanimarle", siguió, "pero fue inútil. Tuvimos que lanzar el cuerpo al mar. No podíamos mantener los cadáveres a bordo y, además, la barca se hundía poco a poco".
El sábado, poco después de las dos de la tarde, cuando fueron avistados por el barco mercante, la lancha estaba a punto de naufragar. "Algunos chapoteaban ya en el agua", dijo el capitán Ryszard Woytaszek, polaco, 45 años. El capitán del Zuiderdiep, que en 2002 cayó al mar y esperó más de dos horas a que le rescataran, actuó con presteza. Los 72 supervivientes fueron cargados a hombros hasta la cubierta del mercante y en dos horas llegó un equipo médico enviado desde Siracusa. "En tres años de trabajo", declaró la doctora Giuseppina Pignataro, del Departamento de Sanidad Marítima, "no había visto nada tan terrible. Tardé 10 minutos en distinguir quién estaba vivo y quién no". Uno de los rescatados falleció sobre la cubierta del Zuiderdiep. Otros 16 se encontraban en estado muy grave.
Desde 1996 han muerto, según cifras oficiales, más de 900 personas en el intento de alcanzar las costas italianas. El número real es probablemente mucho más alto. El 19 de octubre del pasado año fue avistado cerca de las costas de Lampedusa un pequeño barco con 15 personas vivas y 13 cadáveres a bordo; los supervivientes dijeron a los equipos de rescate que al menos otros cien pasajeros habían fallecido en días anteriores y habían sido arrojados al mar. En aquel caso, como posiblemente ocurrirá con los pasajeros de la lancha rescatada el sábado, la mayoría de los clandestinos fueron devueltos a su país de origen.
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