El mito de agosto se desvanece
Calles desiertas, locales vacíos... Las escenas consideradas típicas del verano en la capital empiezan a ser cosa del pasado y cada vez más madrileños se quedan, consecuencia de los nuevos tiempos
En agosto, Madrid se vacía. Todo el mundo lo da por supuesto, pero cada año son más los madrileños que durante este mes se quedan en la capital, o en su defecto, sólo se escapan por unos días. Nada que ver con los largos veraneos fuera de la ciudad tan extendidos en el imaginario colectivo. Cambian los hábitos. Un estudio de la Cámara de Comercio de Madrid así lo dice: casi la mitad de los madrileños que manifestaron antes del verano su intención de marcharse de vacaciones (un 59%, aunque serán más, dice el estudio), eligió agosto como fecha para viajar, pero sólo el 8% estará fuera durante todo el mes, menos que el 10% que lo estuvo en 2003.
Esta tendencia se confirma cada año, según el estudio, a pesar del largo periodo vacacional de colegios e institutos. Por contra, cada vez son más los que prefieren irse de vacaciones durante dos semanas o menos (el 42% frente al 38% en 2003), experiencia que suele tener una segunda parte más adelante, sobre todo en septiembre, mes elegido por el 12,2% de los madrileños para disfrutar de sus vacaciones o para continuar haciéndolo. La causa: precios más bajos y menos masificación en los destinos turísticos.
Las carreteras notan esta tendencia. La clásica Operación Salida del 1 de agosto, con sus inevitables atascos ya desde primera hora de la mañana, se ha tornado en múltiples operaciones cada fin de semana, según un portavoz de la Dirección General de Tráfico (DGT). "Aunque todavía no disponemos de datos específicos, sí se nota que hay menos retenciones y que las salidas y llegadas se están repartiendo más que antes", afirma. "Poca gente aguanta ya un mes fuera, y prefiere hacer más salidas y de menor duración, generalmente durante los fines de semana", concluye.
Los destinos, sin embargo, no cambian. Las playas, en concreto las del Levante, siguen siendo el destino más anhelado para la mayoría, aunque cada vez menos: el 25% de los veraneantes se ha desplazado o se desplazará allí, frente al 30% del año pasado. Sin embargo, el estudio de la Cámara de Madrid refleja la intención del 15% de los veraneantes de viajar al extranjero, frente al 11% del año pasado. Esto podría considerarse un dato de mayor prosperidad entre los madrileños, que según la Cámara de Comercio, también estarían dispuestos a aumentar sus gastos durante el viaje (un 11% de los turistas frente al 8% en 2003), lo que el estudio interpreta como un dato "optimista para el futuro inmediato de la industria turística".
Simple observación
Pero la simple observación corrobora que en agosto cada vez son más los que se quedan o se van por poco tiempo de Madrid. No es raro ver a familias enteras aprovechando las rebajas en los centros comerciales, y, sobre todo, las terrazas de verano disfrutan cada vez de más éxito, también en los barrios periféricos.
Y es que es más barato quedarse que marcharse. Según un estudio publicado por el RACC el pasado 1 de julio sobre los hábitos de los madrileños ante los viajes de ocio, el 27,2% de los que no se fueron de vacaciones en 2003, lo hicieron por motivos económicos, más que en el resto de España (26,5%).
La segunda razón aducida para explicar la permanencia en la capital durante los meses estivales fue por motivos laborales o de estudios: el 22,4% de los casos, mientras que en el total de España este motivo supuso el 17,7% de las causas para no viajar. Es decir, casi la mitad de los madrileños que no se fueron de vacaciones hace un año, lo hicieron por falta de dinero o porque tenían que trabajar o estudiar.
Estas causas coinciden con la situación de muchos jóvenes madrileños: una tasa de paro del 17,5% entre menores de 25 años (según los datos de la EPA del último trimestre de 2003), y un nivel de precariedad laboral también muy alto (más del 80% de los contratos son temporales entre los jóvenes menores de 30 años y el 92% de los menores de 25). "La mayoría de los jóvenes cobran menos de 600 euros al mes, en muchos casos incluso menos del salario mínimo interprofesional [490 euros]", explica el sociólogo Pablo López Calle.
"Suelen tener un contrato temporal, donde no existe el concepto de vacaciones", afirma. "Por ejemplo, con un contrato de cinco días, empiezas el lunes, terminas el viernes, y el próximo lunes te vuelven a contratar", dice, "por lo que ya no tienes derecho a vacaciones". A esta circunstancia se unen otras, como el precio de la vivienda o, también, que muchos jóvenes aprovechan el verano para hacer prácticas para mejorar su currículo, "ya que la competitividad en el mercado laboral es bestial", afirma López Calle.
"Las vacaciones de un mes de duración están desapareciendo, sobre todo entre los trabajadores que se están incorporando desde hace unos años al mercado laboral", explica. En consecuencia, "lo que hace 20 años era habitual, ahora es un privilegio para un grupo cada vez más reducido de trabajadores y, lo que es peor," afirma el sociólogo, "entre los jóvenes esto se ha aceptado como si fuera algo normal".
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