El Consistorio de Bailén reprueba a un cura que invitó a los militares a empuñar una escoba en vez de armas

El pleno de Bailén (Jaén), gobernado por el Partido Independiente en coalición con el PP, aprobó ayer, con la abstención del PSOE, la reprobación del párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, Antonio Baeza, por haber empuñado una escoba como signo contra la guerra durante el acto castrense del pasado 20 de julio para conmemorar la batalla de Bailén, librada contra los franceses en 1808.

Después de la eucaristía, Antonio Baeza se dirigió a los fieles, entre los que se encontraba una representación de la brigada cordobesa Guzmán el Bueno del Ejército, invitándoles a sustituir las armas por una escoba mientras leía un texto de San Francisco de Asís en defensa de la paz.

El discurso del párroco molestó a los ediles y a los militares, que desde hace más de 100 años participan en los actos conmemorativos de la famosa batalla. "Es el tercer año que el párroco nos sorprende con una parodia que sólo se puede calificar de inapropiada. Nadie discute su alegato a favor de la paz, pero en otro ámbito y ante otro aforo", subrayó el alcalde, Bartolomé Serrano, quien también ha pedido al obispado el traslado del sacerdote.

Fuentes del obispado expresaron su "respeto por la legitimidad del Ayuntamiento a emitir su propio juicio" y anunciaron que estudiarán la solicitud.

Antonio Baeza lamentó que sus palabras hayan sido "malinterpretadas": "Me limité a leer un texto a favor de la paz y utilicé la pedagogía del símbolo sacando una escoba para concretizar el mensaje y captar la atención. Con la escoba quería barrer todo lo negativo que hay en el mundo, como la pobreza, la guerra o el odio. Sin embargo, nadie escuchó las palabras y todos se quedaron con la escoba". Antonio Baeza añadió que "en ningún momento" quiso ofender y recordó "el derecho fundamental a la libertad de expresión".

El alcalde recordó que, hace tres años, en la misma celebración eclesiástica, Antonio Baeza pidió al Ejército dinero para la Iglesia mostrando una navaja y recordando al bandolero José María Hinojosa, El Tempranillo. Al año siguiente se presentó con unas alforjas en el altar.